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La decisión de Israel de facilitar «temporalmente» la llegada de ayuda alimentaria al norte de Gaza, a través del paso de Erez, incrementando además el tránsito de la procedente de Jordania por Kerem Shalom, abre una puerta a la esperanza de que la hambruna no ... acabe diezmando a los palestinos que viven en la Franja. Una respuesta positiva a las demandas de Joe Biden y de dirigentes de la Unión Europea para que Tel Aviv se comprometa con la vida y la integridad de la población civil gazatí y de los que le prestan ayuda. Aunque los términos en los que el gabinete de guerra expidió la medida, vinculando la necesidad de «evitar una crisis humanitaria», ya desatada en toda su crudeza, con el objetivo de «garantizar la continuidad de los combates y alcanzar los objetivos de la guerra» declarada tras el ataque de Hamás y Yihad Islámica del 7 de octubre, resultan elocuentes respecto a las prioridades con las que se maneja la cúpula israelí. Un mensaje con el que trata de evitar que cualquier aparente gesto humanitario por su parte sea interpretado por sus conciudadanos y, especialmente, por los integrantes de las Fuerzas de Defensa como indicativo de una revisión a la baja de sus propósitos.
Ayer, el ejército dio cuenta de las conclusiones de la investigación sobre la muerte de siete empleados de World Central Kitchen (WCK) por un bombardeo selectivo, e informó de la destitución de dos responsables directos de la operación y de la amonestación a tres altos oficiales, incluido el jefe del comando sur. El resultado de este análisis, no independiente, señalaría un gravísimo error de Inteligencia, al alegar que el lanzamiento sucesivo de tres misiles contra otros tantos vehículos, cuyos ocupantes intentaban salvar a los compañeros anteriormente atacados, se debió a que los comandantes del operativo estaban convencidos de que las víctimas eran terroristas de Hamás.
Pero, junto a ello, y después de la anunciada suspensión de las actividades de WCK en Gaza, lo sucedido mostró al mundo que resulta prácticamente imposible mantener siquiera un mínimo de suministros alimentarios en un entorno como el de la Franja cuando cada movimiento de personas o mercancías se encuentra bajo tales niveles de sospecha y tensión bélica. De ahí que la apertura del paso de Erez adquiera una carga de esperanza que bien podría ampliarse con la habilitación de otras rutas de ayuda humanitaria, con garantías reales de seguridad, desde el propio Israel.
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