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El PNV tiene sobrados motivos para activar todas las señales de alarma después de su descalabro en las elecciones del domingo. Por primera vez, el hasta ahora partido hegemónico en Euskadi fue relegado a la tercera posición, no se impuso en ninguno de los tres ... territorios -ni siquiera en Bizkaia, su feudo por excelencia- ni en las capitales y quedó por debajo de los 200.000 votos. De los 256.000 vascos menos que acudieron a las urnas respecto a las europeas precedentes, que coincidieron con las municipales, 186.000 -más del 72%- habían apoyado entonces a los jeltzales, lo que retrata la magnitud de la desmovilización de sus bases. El problema para Sabin Etxea es que no se trata de un batacazo coyuntural, sino de un persistente declive que estuvo a punto de traducirse en un 'sorpasso' de EH Bildu en las autonómicas, ha mermado significativamente su apoyo en todos los comicios recientes y no parece tener fin, mientras se afianza la perspectiva de un cambio de ciclo político.
La dirección nacionalista da la imagen de estar más conmocionada por esa sucesión de reveses -a la que ha reaccionado con excusas y paños calientes, no con una autocrítica digna de tal nombre ni asumiendo responsabilidades- que en condiciones de ofrecer respuestas eficaces a corto plazo. El relevo generacional por el que apostó en puestos institucionales de primer nivel, incluido el de Iñigo Urkullu en la Lehendakaritza, no ha sido el esperado revulsivo. Andoni Ortuzar, bajo cuya presidencia el PNV ha vivido una época dorada con unas cuotas de poder e influencia sin precedentes, ha prometido una reflexión «profunda y fecunda», pero sin desvelar si la renovación anunciada tiempo atrás se extenderá a la ejecutiva, como resultaría lógico, en la asamblea general que revisará la estructura, programa y estrategia del partido.
Los jeltzales se enfrentan a una encrucijada en la que están obligados a acertar en el diagnóstico de sus problemas y en las soluciones para conservar su liderazgo. Aunque un desgaste que afecta de lleno a la marca, como parece el caso, no es fácil de solventar, si una formación tiene resortes, músculo organizativo y capacidad para revertir una situación de esa gravedad es el PNV. La gestión de las instituciones, con el nuevo Gobierno vasco de Imanol Pradales a la cabeza, le brinda una palanca ideal para remontar el vuelo si desde ellas sabe conectar con el pulso y las prioridades de la sociedad. Su futuro está en sus propias manos. Depende de que dé en la tecla adecuada.
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