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El vuelco radical que ha dado el caso de Dani Alves con su absolución después de ser condenado por agresión sexual ha provocado una auténtica ... convulsión social. La severa corrección que ha introducido el Tribunal Superior de Cataluña a la sentencia, dictada hace un año por la Audiencia de Barcelona, refleja que en la balanza de la justicia ha pesado más la falta de pruebas concluyentes contra el exfutbolista que la acusación de la mujer, por mucha fuerza que tuviera su denuncia en mitad del escándalo. Y eso es lo que llama la atención del proceso, en el que Alves fue castigado a cuatro años y medio de prisión por presunta violación a una joven en los reservados de una discoteca el 30 de diciembre de 2022. Que el mismo testimonio que sirvió para encarcelarle le valga ahora para su exculpación al considerar los magistrados que la declaración de la víctima es «inconsistente».
El fallo, decretado por unanimidad de sus cuatro jueces -tres mujeres y un hombre-, coloca en primera línea del debate dos intrumentos en la lucha contra la violencia machista: la denuncia, pilar para las víctimas, y la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, conocida como ley de 'solo sí es sí', que considera cualquier acto sexual sin consentimiento como un delito de agresión. Como el beso de Rubiales a Jenny Hermoso, «encuadrable dentro de las de menor intensidad». En el 'caso Alves', la diferencia es que «la penetración vaginal inconsentida» denunciada por la mujer se produjo presuntamente en las sombras del baño de una discoteca, en unos hechos que solo conocen con certeza él y ella. Eso viene a decir la controvertida resolución, que resta fiabilidad a la testigo.
Todo lo contrario a la reciente condena a 13 años de prisión al exentrenador de baloncesto femenino de Gernika por agresión sexual continuada a una menor. En este proceso, el juez da plena credibilidad al testimonio de la víctima, a pesar de que las supuestas vejaciones se cometieron 23 años antes.
El feminismo puede ver en la absolución de Alves la mano del «patriarcado judicial». Pero el hecho de que afloren discrepancias tan profundas entre tribunales revela las lagunas de la 'ley del sí es sí' y la importancia del peso de la prueba. Diferencias que pueden condicionar el sentido de una sentencia y dañar la confianza en la Justicia. Y el honor de los implicados en el juicio, sea la denunciante al pasar de víctima a «testigo poco fiable» o el acusado, que se plantea reclamar una indemnización tras pasar un año en la cárcel.
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