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La fuerte revisión al alza del crecimiento del Producto Interior Bruto realizada por el INE ha tenido, como es lógico, efectos benéficos en el cálculo de la deuda pública, que se mide en referencia a ese indicador. En el segundo trimestre ha retrocedido hasta el ... 111,2% del PIB -dos puntos por debajo de la estimación inicial-, pese a aumentar en más de 33.000 millones en ese periodo y registrar su volumen un nuevo máximo histórico: 1,57 billones de euros. De esa forma, España cumplirá con holgura sus compromisos en este sentido recogidos en el Programa de Estabilidad y afronta en mejores condiciones el restablecimiento de la disciplina fiscal de la UE, que puede conllevar ajustes. El Gobierno tiene argumentos para felicitarse por ese descenso de la tasa de deuda, que no deja de ser consecuencia de una intensa recuperación de la actividad tras la crisis desatada por la pandemia. Pero no pueden ser obviadas la extraordinaria magnitud de su cuantía ni las obligaciones de pago que conlleva, con los tipos de interés en su nivel más alto desde 2001. Reducir esa pesada losa es una necesidad para estar en mejores condiciones de afrontar futuras turbulencias económicas.
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