
La imposibilidad de aprobar ayer el plan financiero plurianual de 50.000 millones para Ucrania no desmerece el verdadero logro político de la víspera en ... la cumbre de Bruselas: asegurar al país aspirante a la adhesión que su futuro está dentro de Europa. Aunque el camino será largo porque lo exige el procedimiento de entrada y por lo extraordinario de acoger a una nación que libra una extenuante guerra por su libertad e integridad territorial. La cita de jefes de Estado y de Gobierno sí merece el reproche de haber subestimado, aparentemente, la voluntad desestabilizadora del primer ministro de Hungría, representante del 2% de la población de Europa. Ha quedado claro que Viktor Orbán está solo en el Consejo; ni Eslovaquia ni Austria, proclives en la práctica a desentenderse de la suerte de los ucranianos, se apartaron al final del consenso. Pero el proceder chantajista del húngaro, sumado a su manifiesta cercanía a Putin, traslada un mensaje perturbador sobre la capacidad de la Unión para comprometer con sus valores y objetivos a todos sus miembros. En palabras de Macron, hay experiencia en romper bloqueos de Gran Bretaña y Orbán debe valorar si quiere seguir en la UE.
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