La condena generalizada de la suplantación de la identidad de decenas de chicas menores para mostrarlas desnudas en imágenes falsas, denunciada ya por al menos once víctimas en Badajoz, no puede ocultar que la sociedad afronta prácticamente inerme este desafío cada vez más extendido de ... violencia machista. Como en otros supuestos de uso dañino de la inteligencia artificial, combatirlos apela a un ámbito político que, desde las instituciones, debe trabajar con rigor y urgencia en el refuerzo de las legislaciones penal y civil para sustentar la acción policial y la de los tribunales. En una doble vía: por un lado, la persecución de los que producen y difunden fotografías o vídeos falsificados e hiperrealistas que, como mínimo, exponen a mujeres -en 9 de cada 10 casos- a un perjuicio psicológico y moral; por otro, la de empresas que facilitan y publicitan aplicaciones de muy fácil acceso e incluso gratuitas para violentar la intimidad, sea cual sea el objetivo que inspira estas acciones. A las familias y al sistema educativo corresponde concienciar a los chavales para un uso responsable de las redes sociales que, antes que nada, exige proteger dispositivos, datos y fotos personales.
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