La rebaja de las previsiones económicas del Gobierno vasco, que quedan en un modesto crecimiento del 1,5% este año -0,6 puntos menos de lo esperado- y en una mejora hasta el 2,1% el próximo, constituye una muestra de obligado realismo que confirma ... el brusco impacto en la actividad de una persistente espiral inflacionista y de la acelerada subida de tipos para contenerla. El consiguiente frenazo tanto del consumo -sostenido hasta ahora por la pujanza del mercado laboral y el ahorro acumulado en la pandemia- como del mercado exterior dibuja un complicado panorama por las turbulencias que envuelven el panorama internacional, con la tormenta bancaria como último episodio.

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Euskadi ha afrontado con entereza los embates en su PIB de la guerra en Ucrania, como evidencia la expansión del 4,4% el pasado ejercicio. La creación de 10.000 empleos anuales pese a esa brusca desaceleración refleja la tranquilizadora solidez de su economía. Aparte de impulsar la actividad en una coyuntura tan convulsa, el viento a favor de la inminente llegada de los fondos europeos debe servir de palanca para modernizar el tejido productivo vasco y blindar su competitividad futura.

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