El Lointek Gernika ha despedido de forma fulminante a su hasta ahora director deportivo y entrenador durante más de dos décadas, Mario López, tras haber conocido de forma oficial que es investigado por las supuestas violaciones durante tres años a una jugadora que entonces tenía ... 13 cuando era su preparador en un colegio de esa localidad. El club, en el que ambos coincidieron con posterioridad, carecía de otra alternativa una vez que la Federación Española de Baloncesto le comunicó el pasado viernes la existencia de ese proceso penal, así como su decisión de retirar cualquier tipo de licencia al afectado, que llegó a ejercer de seleccionador nacional femenino de categorías inferiores, hasta que exista una sentencia firme. Las concentraciones de repulsa que reunieron ayer a cientos de personas en la villa foral fueron un fiel reflejo de la lógica conmoción causada por este escándalo.

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La junta directiva de la entidad, reunida con carácter extraordinario, condenó los hechos de forma tajante, se solidarizó con su exjugadora y se comprometió a reforzar sus sistemas de protección a la infancia y adolescencia. Al hacerlo así cumple con su deber. No lo hizo cuando, al llegarle comentarios sobre el comportamiento de su técnico, creyó su versión de que había sido denunciado por acoso -no por una agresión sexual continuada a una menor, como era en realidad- y le mantuvo en el organigrama, aunque relegándole de sus funciones de entrenador. Un cambio que entonces justificó por unos inexistentes problemas de salud y que no por casualidad se produjo solo unos días después de que Mario López declarara en el juzgado en junio de 2022. El Lointek admite que esa medida fue «insuficiente» y «pide perdón» por sus «errores» en una autocrítica del todo inusual, pero absolutamente imprescindible.

Comportamientos repugnantes como los relatados por la víctima, en los que un depredador sexual, prevaliéndose de su superioridad por razones de edad y estatus, viola de forma reiterada a una niña, no pueden quedar impunes. No es inhabitual, sin embargo, que lo hagan al salir a la luz muchos años después, una vez prescritos los delitos, porque los daños psicológicos sufridos empujan a sepultarlos bajo un espeso manto de silencio. La presunción de inocencia del acusado no es incompatible con la exigencia de justicia y del máximo respeto a las decisiones de los tribunales en un asunto que debe activar las alertas para prevenir hechos de este tipo.

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