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La dana de Valencia que causó más de 200 muertos y daños materiales valorados en 12.000 millones de euros es la cara más dramática del cambio climático este año en Europa. Los fenómenos meteorológicos extremos asociados al calentamiento como esas lluvias torrenciales, agravadas por ... unas medidas de prevención y respuesta más que mejorables por parte de las administraciones públicas, están en el eje de las políticas de los principales países, pero aún faltan inversiones y decisiones de profundo calado que eviten sus preocupantes síntomas. El progresivo recorte de emisiones contaminantes se ha frenado en España. Tras haber logrado una reducción del 7,6% al término del año pasado, los gases de efecto invernadero apenas registrarán en 2024 una caída del 1%.
Escaso bagaje para los amplios esfuerzos dedicados al avance de las energías renovables, pese a las fuertes resistencias que suscitan los parques eólicos, y a la descarbonización, que afortunadamente mantiene una actividad residual en el mix energético cuando hace diez años aportaba el 16% del consumo eléctrico. El uso de combustibles fósiles constituye una pesada losa para poner coto al deterioro del medio ambiente y enganchar a nuestro país a la electrificación de la economía, especialmente en el sector del transporte, origen en gran parte de la polución.
Un retroceso en esta lucha tiene consecuencias conocidas y no sólo por sus efectos devastadores. Las sequías de los dos últimos años han provocado la pérdida de 50.000 empleos en el sector agrario español. El empeño por mantener a raya la subida de la temperatura del planeta debe ser un compromiso asumido por toda la sociedad y, sobre todo, por los países más contaminantes. Los socios de la UE han hecho algunos deberes al rebajar 7,3 puntos porcentuales los gases de efecto invernadero entre 2022 y 2023.
Sin embargo, Estados Unidos se ha regazado mientras India, China y Rusia, lejos de controlarlos, los han incrementado hasta en un 6%. Sus principales líderes evitaron asistir a la última cumbre, celebrada en Arzerbaiyán, cuyo presidente y anfitrión se descolgó con unas declaraciones que anticiparon el decepcionante desenlace de la COP29: el petróleo, riqueza del país, «es un regalo de Dios». Aunque el calentamiento ha provocado este año 41 días más de calor peligroso para la salud y los ecosistemas del mundo, la ONU insiste en que aún hay tiempo de revertir la situación si se aplican controles con «ambición».
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