Que la economía española vaya a liderar este año el crecimiento entre las más avanzadas del mundo con un 2,9%, según el FMI, que eleva así en medio punto su última estimación, constituye una muestra de fortaleza que es preciso valorar en sus justos ... términos. Esa expansión, en línea con la pronosticada por otros organismos, supera las estimaciones más optimistas de hace solo unos meses y adquiere un mérito especial al producirse en un entorno poco favorable, con el motor alemán gripado y la Eurozona avanzando a un modesto 0,8%. Pese a la ralentización esperada para el próximo ejercicio hasta el 2,1%, nuestro país casi doblará la media de los socios del euro (1,2%), cuya mejora de la actividad queda muy lejos de la calculada para Estados Unidos (2,8% y 2,2%). Sin presentar un panorama global sombrío, el Fondo Monetario alerta del riesgo derivado de los conflictos geopolíticos, de una eventual guerra comercial si Donald Trump regresa a la Casa Blanca y del posible impacto de una desaceleración de China. No debería caer en saco roto su llamamiento a reducir a buen ritmo el déficit y la deuda como blindaje ante crisis futuras, pero con la cautela de no estrangular de paso el crecimiento.

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