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La Pascua Militar, celebrada en el Palacio Real bajo la presidencia de Felipe VI, en presencia de la reina Letizia y de la princesa Leonor, a punto de embarcar como guardiamarina en el 'Juan Sebastián Elcano', testimonió la entente entre la sociedad y sus instituciones ... con quienes están comprometidos en la defensa última de la libertad. El Rey se dirigió a sus «compañeros y compañeras» de las Fuerzas Armadas, de las que forma parte y que desde hace diez años comanda, ante un «marco geopolítico complejo e impredecible» que requiere aunar conocimientos y destrezas que conecten con la tradición de servicio. Mientras, todos los destacamentos citados por el monarca en operaciones diseminadas por regiones en conflicto celebraban la Pascua, conscientes de que su misión a miles de kilómetros es preservar el sistema de derechos y libertades de sus compatriotas; y las unidades de los tres ejércitos y de la Guardia Civil que se sumaban a la conmemoración en territorio nacional recordaban la trascendencia de una tarea que la ministra de Defensa, Margarita Robles, vinculó al establecimiento de «marcos de convivencia» también en torno a la «defensa de nuestra nación», empezando por el compromiso asumido por la UME y la Guardia Civil frente a las consecuencias de la dana de finales de octubre. Una labor de la que Felipe VI hizo bandera constatando lo imprescindible que ha resultado el auxilio prestado por los miles de soldados activados ante el desastre, cuyo despliegue no debería haber formado parte de la nociva diatriba institucional y partidista.
En su discurso, el Rey pasó revista a las fuerzas desplegadas en protección de la paz allá donde esta ha dejado de existir -como en Ucrania o Líbano-, declarando con absoluta claridad que el cometido de las Fuerzas Armadas es preservar el orden internacional consignado en derechos y obligaciones ineludibles para todos los miembros de Naciones Unidas, a partir de los compromisos adquiridos por España como socio de la OTAN. La operación FINUL, la presencia en Eslovaquia, Letonia o Rumanía, las patrullas en el Mediterráneo y el Atlántico, la formación de efectivos ucranianos o el envío a Irak, el Sahel, Mozambique y Djibuti de asesores militares y de seguridad son encomiendas internacionales en las que la inmensa mayoría de los ciudadanos sintoniza con el cometido de los ejércitos, a partir de la Constitución de 1978.
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