
La ley contra el desperdicio alimentario aprobada por el Congreso lleva a la práctica en la vida pública la máxima que impera en muchos hogares: ... que la comida que sobra no se tira. Entre otras medidas, obligará a los supermercados a que donen sus excedentes y a los restaurantes a que ofrezcan recipientes para que sus clientes se puedan llevar las sobras de sus platos a casa. De alguna manera, ya se llevan a cabo gracias a la colaboración de las ONG y a emprendedores a través de apps, pero ahora se deberán realizar de forma sistemática bajo la amenaza de la sanción a los incumplidores del sector de la alimentación y la hostelería. La actividad del Banco de Alimentos en España revela el alcance de la misión. Ayuda a más de 1,2 millones de personas a cubrir sus necesidades básicas con el reparto de productos donados. Cuando ya no sean aptos para el consumo humano, se les dará uso en la fabricación de piensos para animales y compostaje. Se trata de evitar el despilfarro -un millón de toneladas acaba en la basura de forma innecesaria en el conjunto del país al año- y reducir los costes de fabricación y gestión de residuos. Son claves una producción eficiente y un gasto responsable.
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