El mundo se vio sacudido ayer durante varias horas no por una catástrofe natural o un estallido violento, sino por un error en la actualización de uno de los servicios que presta un proveedor digital global que bloqueó los sistemas de 24.000 grandes empresas ... que operan en los mercados internacionales, llevó el caos a numerosos aeropuertos y dificultó la respuesta de instituciones de distintos países. Esta somera descripción da la medida de lo que ha representado el 'bug' -el error, en la terminología del sector- asociado al gigante de la ciberseguridad CrowdStrike. Pero, sobre todo, deja al descubierto la vulnerabilidad del ecosistema tecnológico en el que se desenvuelve la vida cotidiana en las sociedades avanzadas y que se hizo palpable durante un puñado de críticas horas no solo para las compañías afectadas, sino para millones de sus usuarios. El episodio desnuda la dependencia generada en torno a contadas firmas que contratan servicios esenciales 'online', lo que alerta de fallas en la garantía de una competencia razonable en el mundo virtual. Que menos manos puedan controlar un universo casi inabarcable envía un aviso para intentar taponar una fragilidad globalizada.
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