Brecha en el Gobierno

Tras el virulento intercambio de reproches escenificado en la tribuna de oradores en las horas previas a un 8-M marcado a fuego por esa división y los que le antecedieron en los días previos, el choque entre los dos partidos que componen el Ejecutivo ha llegado demasiado lejos y sus relatos son demasiado contrapuestos como para confiar en un acercamiento de posturas durante el mes que tardará en ser aprobada la iniciativa. O Unidas Podemos se aviene a apoyar las correcciones contenidas en ella, incorporando la violencia y la intimidación para agravar las penas, o el PSOE hace suyas las tesis moradas para preservar el consentimiento sin añadidos jurídicos. Ni la incomodidad por que Pedro Sánchez tenga que apoyarse en la derecha, ni las revisiones de condenas que seguirán sucediéndose parecen suficientes para propiciar un entendimiento que tapone las vías de agua abiertas en el Gobierno.

Durante el agrio debate de ayer, el banco azul del Congreso estuvo ocupado únicamente por las ministras Irene Montero y Ione Belarra, en una imagen elocuente del difícil momento que atraviesan las relaciones en la coalición. La llamada de la portavoz de Unidas Podemos a que el feminismo apoye hoy su postura en las calles y a que la votación final en las Cortes se aproxime a las elecciones del 28 de mayo induce a pensar que la propuesta de Sánchez de liderar una mayoría de izquierdas en la próxima legislatura saldrá muy maltrecha del 'sólo sí es sí'. Aunque parecía impensable que tan descarnada fractura se produjera en torno a la libertad y la seguridad de las mujeres la víspera del 8-M, donde los socios medirán sus fuerzas en un pulso que oscurece los logros del Ejecutivo.