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Iñigo Urkullu felicita a Imanol Pradales. Manu Cecilio
Opinión

Arranca la era Pradales

El nuevo lehendalari, al que un PNV en aprietos confía su revitalización, se mueve entre el anuncio de respuestas hasta ahora no ensayadas a los desafíos de Euskadi y la inercia del continuismo

Viernes, 21 de junio 2024, 00:23

Imanol Pradales se convirtió ayer en el sexto lehendakari desde la aprobación del Estatuto de Gernika al ser proclamado por el Parlamento vasco con la mayoría absoluta que suman el PNV -su partido- y el PSE, frente al candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano. A ... la espera de que tome posesión en la Casa de Juntas de Gernika y de conocer la composición de su Gobierno, el responsable nacionalista accede a Ajuria Enea con un discurso y un programa que cabalgan sobre un delicado equilibrio. De un lado, la necesidad de dar por inaugurada una etapa en la que afrontará con algunas fórmulas novedosas los principales motivos de preocupación de la ciudadanía, en consonancia con la pulsión de cambio que expresaron las urnas. De otra, un inevitable aire de continuidad respecto a la gestión desarrollada bajo el liderazgo de Iñigo Urkullu por las dos mismas fuerzas que han reeditado su coalición, de las que no cabría esperar una enmienda a la totalidad a sí mismas. Su objetivo de «volver a conectar política y emocionalmente» con una sociedad que «es diferente tras la pandemia» resume la ardua tarea pendiente que le espera.

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Los mil compromisos e iniciativas recogidos en el acuerdo que servirá de eje al Ejecutivo son su plasmación. El listado incluye más generalidades que concreciones, junto a propuestas ya conocidas, si bien retrata un cierto viraje en materias que reclaman fórmulas más eficaces que las ensayadas hasta ahora y desprende un barniz socialdemócrata que permitió a Eneko Andueza presumir de la influencia del PSE. El «plan de choque» anunciado por Pradales en Osakidetza para que los vascos vuelvan a sentirse orgullosos de ella constituye el reconocimiento explícito de un problema y la firme decisión de abordarlo de frente. Aunque, al igual que el reto de facilitar viviendas a los jóvenes para favorecer su emancipación, la profunda reforma esbozada de la Ertzaintza y la consecución de la paz social en ella mediante el entendimiento con los sindicatos, no tiene una solución sencilla ni rápida y servirá para medir el éxito o fracaso de un Gobierno que precisa exhibir cuanto antes mejoras en los servicios públicos y unas políticas sociales alineadas con las inquietudes de la ciudadanía.

Los desafíos a los que se enfrenta Euskadi justifican la mano tendida que ofreció el ya nuevo lehendakari para impulsar pactos entre diferentes, pese a su mayoría parlamentaria. Es de esperar que tal voluntad se exprese con hechos. La contundencia de EH Bildu al presentarse como alternativa a un modelo que cree caducado y los reproches de los demás grupos de la oposición no invitan al optimismo en ese sentido. Otxandiano, de cuyo discurso como candidato se ausentó Urkullu en un gesto poco elegante, intentó escarbar en las contradicciones del PNV al emplazarle a impulsar un «nuevo estatus» en clave soberanista sobre las bases acordadas por ambas formaciones en 2018. Pradales abogó por una necesaria reforma estatutaria sustentada en un amplio consenso, que parece lejano incluso entre los dos socios de coalición y podrá suponer avances, pero difícilmente un espectacular salto cualitativo en el mayor autogobierno de la UE, como pretende el nacionalismo.

Con la investidura de ayer, Euskadi abre un tiempo político en el que la garantizada estabilidad del Gobierno vasco contrasta con un PNV en horas bajas que se aferra a la gestión del nuevo lehendakari para revitalizarse. Del balance de la legislatura dependen no solo retos de la mayor relevancia para nuestra comunidad, sino el futuro de su liderazgo.

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