El asesinato del líder de Hezbolá, Hasán Nasrala, en bombardeos contra edificios residenciales del sur de Beirut constituye una acción inédita y de alto riesgo, descartada durante largo tiempo por sus eventuales consecuencias explosivas, con la que el ejército de Israel completa el descabezamiento de ... la milicia libanesa patrocinada por Irán, a cuyos principales responsables ha eliminado en unas pocas semanas. La operación «selectiva», en la que murieron decenas de civiles además de otros dirigentes del grupo chií, echa leña al fuego en una región convertida en un polvorín, aumenta el riesgo de una escalada cuando está a punto de cumplirse un año de la guerra en Gaza sin que haya visos de un pronto final y visualiza el desprecio de Benjamín Netanyahu ante el clamor de un alto el fuego.
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El derecho que asiste a Tel Aviv a la legítima defensa y a la protección de su seguridad, amenazada desde múltiples frentes, tras la salvaje acción terrorista de Hamás del pasado 7 de octubre nada tiene que ver con su desproporcionada ofensiva militar en la Franja violentando el Derecho Internacional. Tampoco con los ataques áreos en Líbano, probable antesala de una invasión terrestre, que han reducido las capacidades de Hezbolá a costa de cobrarse numerosas víctimas inocentes, arrasar edificios e infraestructuras y forzar el desplazamiento de decenas de miles de ciudadanos. Su objetivo es suprimir la presencia en el sur del país de la milicia, cuyos cohetes sobre la zona de Israel más próxima han obligado a evacuar a 60.000 personas.
La operación contra Nasrala, señalado por el Gobierno hebreo como instigador de múltiples matanzas, es otra exhibición de fuerza y del grado de infiltración de sus servicios de inteligencia en Hezbolá tras la insólita explosión de 'buscas' y walkie-talkies distribuidos entre sus bases. Una iniciativa que estaba dirigida a mermar a ese grupo, pero también a disuadir a quienes pudieran planear acciones contra Israel. Por ejemplo Irán, cuyo líder supremo, Alí Jamenéi, instó ayer a los musulmanes de todo el mundo a intervenir en defensa de la milicia chií, mientras Israel permanecía en máxima alerta en prevision de posibles represalias. Estados Unidos se declaró «decidido» a evitar que Teherán extienda el conflicto por Oriente Próximo. Una tentación de la que ha huido hasta ahora y a la que no debería incitar Netanyahu con actitudes irresponsables que retrasan la paz en la región y el regreso a casa de los rehenes en manos de Hamás.
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