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El repunte en el consumo de alcohol entre los menores, que había caído con fuerza en la última década, retrata un fracaso colectivo que invita a actuar antes de que haya que lamentar sus nocivas consecuencias. El hecho de que el 56,6% de los ... estudiantes de entre 14 y 18 años admita haber bebido en el último mes, según una encuesta del Ministerio de Sanidad, ilustra sobre la facilidad con la que acceden a él pese a las severas limitaciones legales y sobre las carencias de una necesaria sensibilización acerca de los peligros que conlleva su ingesta, especialmente a edades tempranas. El Gobierno prepara un proyecto de ley con severas restricciones a la venta y publicidad que en algunos casos ya están vigentes en las comunidades autónomas, aunque su grado de cumplimiento no resulta siempre satisfactorio. Las medidas coercitivas han de ir acompañadas de una labor pedagógica desde la infancia tanto en el ámbito familiar como en el educativo que combata la banalización de los riesgos del alcohol y ayude a desmontar discursos y estereotipos que fomentan su consumo. Aunque la principal labor propagandística consiste en que beber sea un hábito social tan extendido como normalizado.
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