El tenista Rafael Nadal. Reuters
Opinión

El adiós de una leyenda

Nadal ha sido admirable no solo por ganarlo todo, sino por hacerlo con una tenacidad épica y con un respeto ejemplar a sus rivales

Viernes, 11 de octubre 2024, 00:01

El mejor deportista español de todos los tiempos, Rafa Nadal, anunció ayer su adiós al tenis de máxima competición para después de que lidere el equipo nacional en la fase final de la Copa Davis que se disputará en Málaga entre el 19 y el ... 24 de noviembre. Una retirada cuya expectativa por sus recurrentes problemas físicos acaparaba desde hace tiempo las comparecencias públicas de un ídolo mundial que hasta el último momento ha sido un venerado campeón en la pista y un ejemplo en lo personal por su capacidad de sacrificio, afán de superación y competitividad. La 'leyenda Nadal' no se ha debido únicamente a sus resultados, con 22 títulos de Grand Slam y un dominio absoluto sobre tierra batida, sino a la tenacidad agónica con la que se ha desempeñado en muchos momentos de dificultad -en torneos y ante las lesiones-, superados con el despliegue de un esfuerzo solo equiparable a su modestia. Con la injusta consecuencia de que solo los más entendidos -sus rivales y sus compañeros- preservarán por encima de todo el recuerdo de la brillantez de su juego.

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Que Nadal renuncie a su pasión competitiva a los 38 años es la lección definitiva que puede ofrecer un deportista tan admirable no solo porque llegó a ganarlo todo, sino porque lo hizo con una entrega hasta al límite, mientras a cada golpe alimentaba el respeto de sus adversarios en tanto que los respetaba por encima de todo. En sus gestas le han acompañado, entre otros, dos grandes como Roger Federer y Novac Djokovic, rivales a los que siempre supo agradecer que le hicieran cada día mejor. El deporte de alta competición conlleva un desgaste físico y mental sobrehumano. Que los superhéroes sean deslumbrantes en su empeño no puede ocultar el hecho probable de que la resistencia mostrada por Nadal a retirarse, mientras caía a la posición 154 del ranking ATP, ha sido extraordinariamente lacerante para él. Cuando, además, no tiene motivo alguno para dar la espalda al tenis, sino todo lo contrario, y atesora facultades y experiencia de sobra para asumir responsabilidades al frente del deporte español.

Con el anuncio de que dejará la raqueta tras competir en la Copa Davis, esa cita se convertirá en un más que merecido homenaje a alguien excepcional. Pero aunque Nadal salga victorioso de su último torneo, su mejor legado será recordar a los más jóvenes que deben encontrar a sus héroes entre los mortales que les rodean y no en la vana emulación de seres mitológicos.

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