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La toma del poder en Siria por las fuerzas aliadas para acabar con el régimen de Al Asad parece descartar, de entrada, los peores augurios. Las decisiones y normas de la llamada Junta General apuntan a una gestión proclive a respetar la diversidad de culturas ... y a preservar los derechos mínimos de los ciudadanos; una distensión inicial para la convivencia entre sirios. La designación de Mohamed al Bashir como primer ministro interino por tres meses permite suponer que ese es el tiempo que se han dado los grupos para situarse ante el futuro inmediato. Pero también el período que necesitan para figurarse cómo se podría gobernar con parte de la Administración anterior, organizar el ejército y fijar un nuevo marco de relaciones con los Estados de la región y las grandes potencias. Y ello mientras EE UU e Israel tratan de aprovecharse de la confusión para ocupar territorio y destruir armamento. Las nuevas autoridades encontrarán en organizaciones de derechos humanos e instancias internacionales la mejor guía para que el país no vuelva sobre sus pasos. Y es necesario que las naciones regidas por el Estado de Derecho no se contenten con que Siria se muestre fácticamente estable.
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