
La definición de 2022 como «año de transición» por parte de los concesionarios apenas enmascara el desánimo del sector del automóvil, que afronta una verdadera ... travesía del desierto. Después de cerrar en Euskadi el peor ejercicio en un cuarto de siglo, los datos de enero solo alimentan el pesimismo con un descenso del 19% en la venta de vehículos nuevos. El muy modesto balance en el conjunto de España al menos es positivo: las matriculaciones crecieron un 0,9%, aunque apenas representaron la mitad de unidades que antes de la pandemia. La persistencia de la crisis de los microchips y la consiguiente falta de stock continuarán lastrando aún durante meses las ventas, a las que tampoco contribuyen la incertidumbre sobre la economía y el futuro de los distintos tipos de motores, que encamina a los conductores más necesitados a un mercado de ocasión pujante, pero con efectos más nocivos en el medio ambiente. Solo un factor arroja algo de luz en este panorama negro: los compradores empiezan a comprometerse con las exigencias de la transición energética y la mitad de los vehículos matriculados en el País Vasco en enero fueron híbridos, eléctricos o de gas.
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