La victoria por mayoría absoluta del PP de Juanma Moreno en Andalucía ha desconcertado a los socios del Gobierno «de progreso», que no esperaban una debacle del calibre de la que sufrieron el domingo. Es hasta cierto punto lógico que quienes forman parte del Ejecutivo ... central rechacen la hipótesis de que el 19-J anuncia un cambio de ciclo político. Sería tanto como dar por agotada la legislatura, aunque difícilmente podrán combatir las causas de su acusado desgaste sin reconocerlo y sin una sincera autocrítica de su gestión. Pero las explicaciones del candidato socialista, Juan Espadas, y del portavoz de la ejecutiva federal, Felipe Sicilia, atribuyendo el resultado al adelanto electoral y a una fecha perjudicial para la participación, y descartando -contra las estimaciones demoscópicas- que se produjera trasvase alguno de voto entre el PSOE y el PP fueron rayanas con la negación de la realidad. Lo mismo que la interpretación del escrutinio en clave voluntarista al proclamar que hoy «es más necesario que nunca» el proyecto de la vicepresidenta Yolanda Díaz sin extraer lecciones propias desde el 'espacio' de Unidas Podemos.
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Las formaciones que integran el Gobierno son libres de tomarse el tiempo que requieran para asimilar su varapalo en las urnas y extraer sus respectivas conclusiones, siempre que no se vea resentida su acción institucional en un momento de tanta incertidumbre económica e inquietud social. La situación que atraviesan Europa y España no permite que el PP de Alberto Núñez Feijóo haga del histórico triunfo de Moreno Bonilla una mera baza para el desalojo de Pedro Sánchez de La Moncloa. Cuando hasta los «votos prestados» que reconocía elegantemente el presidente andaluz se deben siempre a la utilidad esperada en el abordaje responsable de los asuntos públicos.
Por esa misma razón, el Ejecutivo y los grupos que lo sostienen y apoyan están aún más obligados a evitar enrocarse ante la advertencia de los andaluces. A atender las necesidades de la economía española y de los hogares más faltos de ayudas, sin pretender que ello corrija necesariamente la tendencia de fondo que señalaron las urnas el domingo. La vorágine de imprevistos -inflación, guerra, más inflación, déficit y endeudamiento- hace tiempo que dejó en nada los cambios de ministros en la parte socialista del Ejecutivo o el 40º congreso del PSOE de octubre de 2021, y puede volver a hacerlo con cada intento de activación de la agenda gubernamental.
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