Veinte años después, todavía estremece el recuerdo de los siete días de agonía del 'Prestige', de su hundimiento después de partirse en dos y de la contaminación que vino luego. La controvertida decisión administrativa de remolcar el buque hacia alta mar, en lugar de buscarle ... abrigo para minimizar los daños, exigió un enorme desembolso en tareas de limpieza e indemnizaciones para los miles de afectados, en Galicia y en todo el Cantábrico. Porque la marea que tiñó de negro la localidad emblemática de Muxía alcanzó en tres semanas el Golfo de Bizkaia y fue preciso el trabajo titánico de un millar de pescadores que, con asesoramiento científico, libraron a nuestras costas de 21.000 toneladas de fuel tóxico. Junto al esfuerzo de los profesionales de la mar para asegurar su sustento, una emocionante corriente solidaria que pudo alcanzar los 100.000 voluntarios demostró lo que puede lograr la conjunción organizada de tantas buenas voluntades. La 'zona cero' del desastre medioambiental consiguió encauzar su futuro, ya para siempre indefectiblemente unido a la memoria del barco siniestrado cuya estela atrae ahora a los visitantes.
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