Condena a la corrupción

- EDITORIAL - ·

La sentencia de Gürtel no pesa tanto sobre la legitimidad del acceso de Sánchez al poder como sobre las opciones de Casado de lograrlo

El Correo

Miércoles, 14 de octubre 2020, 23:03

El Tribunal Supremo ratificó ayer con alguna rebaja las condenas impuestas por la Audiencia Nacional a los integrantes de la trama Gürtel en su primera época y confirmó que el PP se benefició de los actos de corrupción cometidos por Luis Bárcenas, Francisco Correa, Pablo ... Crespo y las otras 26 personas acusadas de su comisión. Junto a ello, censuró que la sentencia recurrida insistiera en la existencia de una 'caja B' en el Partido Popular cuando no formaba parte de la causa. Las elevadas penas de prisión impuestas por el Supremo, que llegan a 51 años de cárcel para Correa, a casi 37 a Crespo y a 29 para Bárcenas, dan cuenta de los graves ilícitos que su Sala Penal ha visto en la actuación de los integrantes de la red.

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El PP de Pablo Casado se pronunció ayer a través de «fuentes» para mostrar su acatamiento al fallo y considerar que se ajusta a los hechos juzgados, al tiempo que denunciaba la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno mediante «una moción de censura basada en una mentira». Es cierto que la literalidad del veredicto final se distancia de los argumentos empleados por el presidente, su partido y los grupos que le auparon al poder. Pero dos años y medio después los populares no deberían lamentarse por lo ocurrido cuando entonces dieron claras muestras de no saber o no querer reaccionar ante la deriva política de la sentencia de la Audiencia Nacional que Mariano Rajoy y los demás estuvieron en condiciones de atajar.

Por otra parte, la responsabilidad civil a título lucrativo que la legislación vigente durante los hechos juzgados podía atribuir a un partido -en aquel caso, al PP- no extingue las responsabilidades políticas exigibles. Porque los delitos de prevaricación, cohecho o evasión de capitales que, entre otros, se cometan al amparo de unas siglas benefician objetivamente a éstas aunque su tesorería no perciba un euro procedente de la corrupción. Basta con que haya cargos públicos y militantes primados con ingresos irregulares sosteniendo las estructuras del partido del que se valgan. En términos políticos, ese partido no es víctima, sino beneficiario de la trama correspondiente. Máxime si se mantiene impasible ante las denuncias públicas e incluso ante los procedimientos judiciales que se abran señalándole. La sentencia del Supremo no pesa tanto sobre la legitimidad en origen de la presidencia de Sánchez como sobre las posibilidades de Casado de alcanzarla.

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