Urgente Muere un narcotraficante tras chocar su narcolancha con una embarcación de la Guardia Civil en Tarifa
El vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, momentos antes de iniciar su intervención ante las Cortes. LETICIA PÉREZ-ICAL

Caso cerrado

Editorial ·

En la polémica sobre el aborto han competido el extremismo de Vox, la torpeza del PP y la sobreactuación del Gobierno

el correo

Sábado, 21 de enero 2023, 00:08

El Gobierno dio ayer por zanjado el conflicto con la Junta de Castilla y León a propósito de los dogmáticos y dudosamente legales planes antiabortistas anunciados por el vicepresidente autonómico, Juan García-Gallardo, de Vox, al considerar que se ha saldado con éxito su presión ... para que esa comunidad se abstenga de adoptar y aplicar medidas que vulneren los derechos reproductivos de las mujeres. La Moncloa entiende que ha sido «acatado formalmente» su insólito requerimiento preventivo al Ejecutivo regional después de que éste le comunicara por escrito lo mismo que lleva asegurando varios días de palabra su máximo responsable, Alfonso Fernández Mañueco, del PP: que no existe ningún cambio en los protocolos sanitarios sobre las embarazadas. El ensordecedor ruido en torno una polémica no ajena a las elecciones del 28 de mayo queda así reducido a un segundo plano.

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El debate sobre el aborto está sustancialmente superado en una sociedad secularizada en la que las posturas a favor y en contra, con todos sus matices, no se corresponden con exactitud al eje izquierda/derecha. De hecho, Alberto Núñez Feijóo asume ahora la ley de plazos de Zapatero, aunque paradójicamente su partido la mantiene recurrida ante el Tribunal Constitucional desde hace doce años. Es legítimo rechazar la interrupción voluntaria del embarazo por razones religiosas o éticas. No lo es, como pretendía Vox, intentar persuadir desde los poderes públicos mediante el chantaje emocional a personas que, en el ejercicio de su libertad y de acuerdo a la ley, han adoptado una decisión tan traumática.

Resulta evidente la exagerada sobreactuación del Gobierno agitando un discurso del miedo cuyos efectos a estas alturas son cuestionables. Y llama la atención la ingenuidad con la que el PP ha caído en la trampa tendida por una extrema derecha deseosa de abrir una batalla ideológica para marcar perfil y ponerle en aprietos. La torpeza con la que Fernández Mañueco se ha dejado marcar la agenda y entrado a ese juego, así como los balbuceos y múltiples contradicciones antes de descartar de forma contundente la propuesta radical de Vox, en poco ayudan a visualizar el giro centrista proclamado por Núñez Feijóo. Por contra, han aportado un valioso balón de oxígeno al Gobierno al alejar del foco dos asuntos que pueden causarle un fuerte desgaste: la rebaja de penas a violadores con la ley del 'solo sí es sí' y la reforma para beneficiar a los encausados por el 'procés'.

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