Barrionuevo y los GAL
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La justificación del terrorismo de Estado por parte del exministro es inadmisible; la democracia solo puede defenderse desde la leyel correo
Martes, 8 de noviembre 2022, 00:08
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Editorial ·
La justificación del terrorismo de Estado por parte del exministro es inadmisible; la democracia solo puede defenderse desde la leyel correo
Martes, 8 de noviembre 2022, 00:08
La repugnante justificación del terrorismo de Estado por parte del exministro del Interior José Barrionuevo rescata una de las páginas más oscuras de la Transición, que emborronó en parte el legado de los gobiernos de Felipe González aunque la 'guerra sucia' contra ETA comenzara antes ... de su llegada al poder. Es intolerable que una democracia respondiera a los asesinatos recurriendo a ellos y a otras prácticas que vulneran de forma flagrante la ley, ejecutados por servidores públicos que tenían la obligación de defenderla y que, al tomarse la justicia por su mano, se pusieron a la altura de los delincuentes que debían perseguir. Resulta obsceno que las atrocidades perpetradas por miembros de las fuerzas de seguridad, con el beneplácito o la orden expresa de sus superiores políticos, pretendan ser explicadas por la aguda intensidad de la violencia etarra en aquellos 'años de plomo', como si no quedara más salida para afrontarla, y por la escasa colaboración francesa.
Barrionuevo ha confesado que autorizó en octubre de 1983 el frustrado secuestro en Baiona del exdirigente etarra José María Larretxea Goñi por policías españoles en un intento de sonsacarle información sobre el paradero del capitán Alberto Martín Barrios, entonces en poder de la banda y que sería asesinado días después. También ha admitido que conoció la captura de Segundo Marey -la primera acción reivindicada por los GAL-, a quien policías de Bilbao confundieron con un miembro de ETA, y que al percatarse del error ordenó su puesta en libertad, aunque evitó adoptar medidas contra sus autores, a los que encubrió y justificó. Un indulto le permitió cumplir una ínfima parte de los diez años de cárcel que le impuso el Tribunal Supremo. Es deplorable que el ex ministro socialista no haya expresado el menor arrepentimiento por la 'guerra sucia' bajo su mandato, que tuvo una muy dudosa eficacia en la lucha antiterrorista y sirvió de coartada a ETA en su delirante teoría de un conflicto entre Euskadi y el Estado.
La democracia solo puede defenderse desde un escrupuloso respeto a la legalidad. Replicar al terror con el terror es éticamente inaceptable. Ninguna fuerza política ampara hoy la siniestra trayectoria de los GAL -con 28 asesinatos a sus espaldas-, de la que es necesario despejar cuantas incógnitas la rodean. Euskadi dará un gran paso adelante cuando quienes apoyaron la violencia etarra admitan que, como la 'guerra sucia', nunca debió existir.
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