La sucesión, en unos días, de intolerables episodios de exclusión de dos ertzainas en entornos festivos de Mutriku y Vitoria -el último caso, además, acompañado de agresión física- sitúan a la sociedad vasca ante el desafío de recuperar sus fiestas en paz después de la ... larga suspensión exigida por la pandemia. El intento de señalar y marginar a dos miembros de la Policía autonómica que comparten su tiempo de ocio con sus vecinos recuerda a los responsables institucionales que la vuelta a la 'normalidad' este verano obliga a garantizar la participación en las celebraciones, con seguridad y sin agresiones sexistas, pero también sin que nadie pueda arrogarse el derecho de admisión. La condena unánime de partidos, sindicatos policiales e instituciones, con el lehendakari a la cabeza, agranda el silencio de los dirigentes de la izquierda abertzale, solo matizado por el «rotundo rechazo» de un concejal de EH Bildu. Los festejos populares tienen que ser sinónimo de libertad para todos, y en modo alguno pueden servir de campo de batalla para grupúsculos empeñados en reproducir un pasado de violencia e intolerancia que deben desterrar la acción de la Justicia y la repulsa ciudadana.
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