El debate de la moción de censura de Vox finalizó ayer con el resultado previsible: la confirmación de que el Gobierno está en condiciones de culminar la legislatura, a lo que han contribuido las hipérboles de la extrema derecha durante el pleno. La novedad estuvo ... en la rotundidad con que Pablo Casado se distanció de Vox y en los términos que empleó para defender la vocación moderadora de su partido frente al tremendismo. Los populares no tenían otra salida que votar contra la candidatura de Santiago Abascal y, a la vista de sus planteamientos, romper la sintonía mostrada en ocasiones con él si querían dar verosimilitud a la construcción de una alternativa creíble de centro-derecha en disposición de alcanzar el poder dentro de tres años. Ello, aun a riesgo de que quede en entredicho la solidez de los pactos autonómicos con esa formación. El discurso de Casado ofrece al PP todos los mimbres que necesita para trazar su futuro sin depender del rancio populismo de Vox. Es de esperar que la respuesta inmediata de Pedro Sánchez al paralizar la reforma que rebaja la mayoría precisa para designar a los miembros del Consejo del Poder Judicial se salde con un acuerdo al respecto.

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