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Mañana se desveda la caza menor en Castilla y León, 94.200 kilómetros cuadrados con un patrimonio faunístico que cobija toda clase de especies silvestres. Un territorio donde miles de cazadores vascos se desplazarán a sus acotados para desplegar conocimientos y esfuerzo con la esperanza ... de hacer el cupo de perdices. Nunca fácil por cierto, por mucho que la temporada se presente esperanzadora, como es el caso este año, salvo con las liebres que se están muriendo por la mixomatosis. En esto de la caza la dicha nunca es completa. Cuando no son las liebres, son los conejos, los corzos, o las perdices a consecuencia del envenenamiento del campo. Esperemos que la peste porcina africana que tantos problemas está causando en otros países, no llegue a afectar a nuestros jabalíes. Curiosamente el mes de noviembre era en la antigüedad consagrado a Diana, diosa de los montes y la caza. Posiblemente muchos ignoran que antiguamente se veneraba a San Eustaquio patrón de los cazadores españoles. No hace muchas décadas la iglesia sustituyó al citado santo por San Huberto, aristócrata francés y cazador empedernido antes de retirarse a un convento.
Ya han empezado a entrar las becadas, y continúa en celo el oso que hasta ahora ha permanecido solitario. Fuera de esta época el plantígrado es poco sociable incluso con las hembras. Termina el celo de los ciervos y gamos, y los machos se recuperan para aguantar el duro invierno. Finaliza la caza del corzo a rececho y los machos hacia mediados de noviembre empezarán a tirar las cuernas. Entran en celo los rebecos y la cabra montés. Los robles prácticamente se han quedado sin bellotas y los jabalíes frecuentan las zonas donde el año ha sido bueno. Los zorros disponen de muchas horas nocturnas para visitar sus cazaderos y algún que otro gallinero. Turones y garduñas se asentarán junto a los caseríos, preferentemente en leñeros y pajares. Pero volvamos a las perdices que a partir de este domingo va a ser la gran protagonista. Sabido es que algunos cazadores que tiran bien tienen la costumbre de disparar a las perdices a larga distancia y créanme que no es bueno porque se dejan muchas pinchadas, perdices que terminarán todas comiéndoselas los zorros.
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