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Si no estuviéramos ocupados en sobrevivir podríamos preocuparnos de cómo sobrevivir a largo plazo (es decir, que lo hagan también nuestros nietos), cómo vivir en vez de sobrevivir, qué clase de vida es esta que llevamos, en qué consiste la calidad de vida y cuáles ... son las cosas importantes de la vida. Mucha vida que se nos escapa por todos lados. Para que sea imposible atender a tales cosas y haya quien esté dispuesto a trabajar en las peores condiciones, es bueno que no exista una renta universal y por eso hay tanta oposición y gente que nos dice que eso es estar subvencionado por el Estado. Que quita libertad. Lo que quita libertad es no tener qué llevarse a la boca, lo cual te obliga a aceptar el menú de Telepizza de Díaz Ayuso.
Hay incluso quien se opone o se opondría a la renta de garantía ingresos. Por ejemplo, los promotores del 'hashtag' 'damepaguita', noble lema de quienes dividen el mundo en dos tipos de personas: quienes reciben (y tienen derecho a recibir) 'pagota', y quienes no tienen derecho a nada, pero así son libres de negociar sus condiciones de trabajo con pequeñas, medianas y grandes empresas (sobre todo con estas últimas).
El coronavirus le ha dado un meneo a la realidad y, aunque todo parezca más quieto, hay en este aire menos torturado (como nuestros pulmones) por los motores de combustión una propagación de cuestiones, inquietudes y posibilidades. Ahora que los coches solo salen cuando es necesario, ¿alguien ha pensado en la conveniencia de traer la naturaleza a las ciudades en lugar de salir como locos, todos a la vez, a buscar una dosis de naturaleza cuando el trabajo nos deja un poco de tiempo libre? ¿Nadie se ha dado cuenta de cuánto más vivible es la ciudad con menos coches en circulación, sobre todo en aquellas zonas donde los árboles hacen su función de conectarnos con la respiración del mundo? ¿O nos hemos dado cuenta todos?
El Gobierno habla de «nueva normalidad» para referirse a una normalidad que vendrá, pero la nueva normalidad está aquí, es esta situación en la que el guante de la vida se ha dado la vuelta y se le ve el interior, que es muy frágil. Eso de la nueva normalidad no tiene nada que ver con el hombre nuevo ni con los sueños totalitarios que indican los malintencionados: es una traducción del 'new normal' anglosajón y lleva circulando mucho tiempo. Sirve cuando la normalidad sufre una disrupción y se crea un conjunto nuevo de normas que la sustituyen. Lo cierto es que la normalidad se rompe cada poco tiempo y de tanto en tanto se rompe mucho. Las crisis periódicas del capitalismo no son un virus pero hacen de las suyas.
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