Hubo una Euskadi donde ser socialista suponía una condena de muerte. Con la dictadura y con ETA, casi un siglo. Llevamos diez años, sólo diez, en los que por primera vez en nuestra historia hemos disfrutado de nuestra opción política en plena libertad. Con rivales, ... pero sin enemigos y sin riesgo para nuestra vida.
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Esa es la verdad. La que también han vivido políticos de otros partidos, profesionales de la seguridad, de la educación, de la justicia, de la información. De quienes eligieron una forma de pensar y trabajar que les fue segada por ETA, que les fue mutilada por el recuerdo de los familiares asesinados, por el secuestro casi perpetuo, por la amenaza permanente.
Y esa tarde de jueves de octubre de 2011 sentimos por primera vez la libertad plena. No sirven de nada los cierres por fascículos que alimentan batallas de relatos que no nos interesan. Ni sirven de nada, más que para seguir manteniendo viva la llama de dolor, los aplausos a quienes condenaron a Euskadi durante décadas para intentar imponer su proyecto político.
No lo consiguieron. Y ganamos. Porque ésta sí es una historia de vencedores. Allá quienes no quieran sentirse perdedores. Quisieron derrumbar el Estado de derecho, y no lo consiguieron. Quisieron abatir el Estatuto, y hoy sigue dando resultados en beneficio de toda la gente. Quisieron expulsarnos de nuestra propia tierra, y aquí estamos. Estamos porque resistimos.
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Renuncio a entender el recelo a asumir esta realidad, por parte de quienes no consiguieron su objetivo y por parte de quienes renuncian a felicitarse por esa victoria. Renuncio a hacerlo, porque en este aniversario los protagonistas son quienes fueron injustamente asesinados, perseguidos, amenazados, secuestrados. Quienes vencieron el miedo para no dejar de hacer política en beneficio de sus vecinos. Quienes nunca aceptarán que haya una razón política por encima de la dignidad humana.
Desde el PSE-EE vivimos esta jornada con emoción y alegría, con dolor de las ausencias y el orgullo de saber que ETA acabó con un Gobierno socialista en España y en Euskadi. Que acabó sin cesiones, sin contrapartidas. Que celebramos nuestros primeros diez años en libertad, los primeros de una Euskadi en paz, con un futuro prometedor si se levanta sobre la memoria, la verdad, la justicia y la reparación. Sobre la dignidad nunca vencida.
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