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Editorial ·

La cumbre sobre la pederastia en la Iglesia debe traducirse en un punto de inflexión en su actitud ante los «crímenes» denunciados por el Papa

EL CORREO

Martes, 26 de febrero 2019, 00:37

La histórica cumbre sobre los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia celebrada en el Vaticano se ha saldado no solo con el obligado reconocimiento de un grave problema, sino con una imprescindible autocrítica sobre el silencio cómplice, la indulgencia y el ... encubrimiento con los que durante décadas han sido despachados lo que el Papa ha calificado con razón como «crímenes». La mera celebración del cónclave ya supone un paso adelante, que debería marcar una clara línea divisoria en el comportamiento de la jerarquía católica antes y después de su desarrollo. Si se lleva a la práctica como es exigible, el compromiso asumido por Francisco de trasladar a la Justicia ordinaria los casos de pederastia que sean detectados, acompañar a las víctimas y reparar el daño causado ha de suponer un giro radical en relación con la actitud manifestada en el pasado reciente, que ha favorecido la impunidad de depredadores sexuales disfrazados de religiosos.

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