De cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades. Ayer Trump tuiteó que Biden ha ganado las elecciones. Cierto que añadió que las elecciones estaban amañadas y controladas por la izquierda radical y los 'fake media'. Pero dijo que Biden ganó. ... Al rato dijo que no, que él no concedía nada. Sin embargo, Geraldo Rivera asegura que Trump le llamó el otro día y le dijo que será realista y hará lo correcto. Tampoco es fácil definir a Geraldo Rivera. ¿Una veterana estrella televisiva que aglutina la credibilidad de Iker Jiménez, el empuje testosterónico de Bertín Osborne y el bigote convexo de Miguel de la Quadra Salcedo? Pues con estos bueyes hay que arar. De cada cual según sus capacidades. Puede que, en la dimensión paralela del trumpismo, un tuit enloquecido y un cotilleo de Geraldo Rivera sean el equivalente a la carta aquella que le dejó Bush padre a Clinton en el Despacho Oval: Querido Bill, eres nuestro presidente, te deseo lo mejor, tienes todo mi apoyo...

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Ya se intuye que la salida de Trump de la Casa Blanca no será tanto una guerra como una sucesión desfalleciente de tuits, rumores y demandas. Ni tan mal. Siempre que en alguna manifestación como las de este fin de semana no prenda la clase de chispa que puede prender en un país donde la gente sale a la calle con armas largas.

Incidiendo en la hipótesis de la renuncia subliminal, hay quien quiere ver otra señal en el hecho de que Trump apareciese el viernes con el pelo canoso, sin irradiar lo que Erik Hedegaard definió en 'Rolling Stone' como «el brillo patriótico de las doradas olas de grano». Por desgracia, los mejores expertos en el pelo de Trump no lo ven claro. El presidente ya apareció en otras ocasiones con las nieves del tiempo plateando su sien. Aprovechemos para recordar lo que le dijo aquella vez a Hedegaard sobre el asunto clave: «Ok, lo que hago es lavarlo con 'Head and Shoulders'. No lo seco. Dejo que se seque solo durante una hora. Después me peino. ¿Si lo peino hacia delante? No, es más bien un poco hacia delante y luego todo hacia atrás». No quiero adelantarme, pero son unas palabras bellísimas, dignas de ser inscritas en el frontispicio de la futura biblioteca presidencial Donald John Trump en Mar-a-Lago o Atlantic City.

SIMÓN

Dr. Expiatorio

El Consejo General de Médicos pide el cese de Fernando Simón por «incapacidad» y por unas declaraciones que son «un acto de desmotivación e incomprensión». Al comentar por qué hay menos contagios en los hospitales, los médicos dicen que Simón dijo: «Obviamente los sanitarios tienen un mejor comportamiento evitando contagiarse fuera de su espacio de trabajo». Sucede que Simón dijo otra cosa: «Obviamente mejores comportamientos de toda la población, incluidos los profesionales (sanitarios) cuando están fuera de su trabajo reduce riesgos...» No es lo mismo. Pero da igual. Fernando Simón se ha equivocado de maneras llamativas y, sobre todo, ha sido explotado por sus jefes políticos como un portavoz expiatorio. Le han dejado solo y debería pensárselo. Pero no tanto si las críticas son justas o injustas como si sigue siendo él quien más puede aportar a la lucha contra el virus poniéndose cada tarde frente a las cámaras.

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RIVERA

Fuera del palco

Reaparece Albert Rivera como autoridad tutelar. Está de promoción y lanza críticas a Arrimadas. Es como si se incorporase a ese palco desde el que González y Aznar, a veces Zapatero, interfieren en la actualidad política y les atizan sobre todo a los suyos. Pero entonces recuerdas que Rivera no ha presidido nada. Apenas Ciudadanos. Y en seis meses perdió él solo 47 diputados. «¡Fuera del palco!», protestas entonces como aficionado. En este país hay normas. Y lo de rezumar 'auctoritas' y malmeter desde las alturas es un lujo exclusivo de expresidentes.

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