No sé si el presidente Pedro Sánchez fue de niño seguidor de aquellos dibujos animados de la televisión todavía en blanco y negro de nuestra infancia que protagonizaban personajes tan entrañables como el conejo Bugs Bunny o el cerdito Porky Pig. Sus minihistorietas concluían invariablemente ... con un 'Esto es todo amigos' o 'Este cuento se acabó'. Fueran cuales fueran sus gustos, difícilmente encontrará el presidente una frase que resuma mejor el actual momento político.
Publicidad
Y es que puede que la ministra de Justicia, Dolores Delgado, resista la tremenda andanada que le ha lanzado el excomisario Villarejo, máximo exponente de las repugnantes cloacas del Estado, para intentar acelerar su salida de la cárcel; que resista las consecuencias de mentir al respecto. Que resista a Pablo Iglesias que ayer le enseñó la puerta de salida del Gobierno por ambas cosas. Y que resista, por fin, su reprobación anoche por el Senado auspiciada por el PP, por resistirse durante mes y medio a que el Estado ofreciera asistencia legal al juez Llarena en Bélgica.
Si tal cosa no sucediera puede, incluso, que el presidente Sánchez se viera con fuerzas para aguantar. O que tuviera la tentación de encerrarse en su torre monclovita e intentar resistir la caída de un tercer ministro en cuatro meses escasos de gobierno. Ahora bien, ni el país, ni sus ciudadanos ni sus instituciones merecen seguir con este espectáculo de degradación insoportable.
El líder del PSOE sabía perfectamente cuando alcanzó La Moncloa, o debiera, que su acción de gobierno iba a entrañar la máxima dificultad dados los distintos intereses, a veces contrapuestos, del heterogéneo grupo de partidos de izquierdas, nacionalistas e independentistas que le aupó al poder. Aun así cogió caramelo. Creyó que podría durar en el tiempo con una agenda efectista, densa en guiños al electorado progresista, como la exhumación del dictador Franco del Valle de los Caídos.
A estas alturas es ya una evidencia que no ha sido suficiente. Porque algunos integrantes de aquel prometedor gabinete que conformó no han alcanzado el nivel ético que se exige en este momento en política en la izquierda. Porque Sánchez se equivocó si creyó que se podía jugar alegremente con cuestiones como el indulto de los políticos del 'procés' cuando aún no han sido juzgados. Porque no termina de percatarse de que Podemos puede ser a veces su aliado, pero es también su competidor por el voto progresista. Y, sobre todo, porque ya no hay quien aguante tanta descoordinación, tantas improvisaciones, tantas rectificaciones y menos aún que se nos tome por tontos contándonos milongas sobre bombas tan inteligentes que no van a asesinar a niños en Yemen.
Publicidad
El presidente prometió que su gabinete aguantaría lo que su acción de gobierno. Que no gobernaría con los Presupuestos de Mariano Rajoy. Pues bien, ni una ni otra. La única salida digna parece la celebración de elecciones generales ya. Susana Díaz espera la decisión para convocar las andaluzas a final de noviembre.
Según el CIS de septiembre hecho público ayer, al PSOE le va tan sorprendentemente bien que, si se nos llamara a las urnas ahora, ganaría de calle con una comodísima ventaja de diez puntos y de en torno a 45 escaños respecto al PP. No sólo, una eventual entente con la izquierda alternativa les colocaría a seis escaños de la mayoría absoluta.
Publicidad
Con semejante escenario, ¿cómo es posible que Pedro Sánchez se lo piense todavía?
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.