Resulta decepcionante la incapacidad de los partidos vascos para alcanzar un acuerdo junto con el lehendakari sobre la convocatoria de elecciones. La decepción es agobiante, produce hartazgo e incrementa el ambiente de hostilidad no solo contra los políticos sino también contra la actividad política. Es ... cierto que la decisión del lehendakari, sea la que sea, es legítima y legal porque la facultad es suya. Pero estamos en una situación complicada debido al covid-19. Por tal causa fue suspendida la convocatoria del 5 de abril con acuerdo unánime de todos, lo cual concedió a la decisión un plus de legitimidad política. Ahora también el acuerdo resultaba necesario e importante.
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Aunque el 30 de abril había formaciones que se resistían a hablar de elecciones, hoy todos reconocen que esa asignatura no se puede retrasar 'ad calendas graecas'. Todo el mundo reconoce que las dos únicas opciones son julio o septiembre. Uno de los argumentos que con frecuencia exponen los portavoces de Bildu y de Podemos para rechazar los comicios en julio consiste en que las elecciones no constituyen una preocupación esencial de los ciudadanos. Es cierto, pero tampoco en septiembre. Sería conveniente utilizar argumentos de razón que sirvan para revalorizar una alternativa frente a la otra.
Desde el punto de vista sanitario nadie tiene certezas ni evidencias científicas para afirmar que los comicios en julio ofrecen condiciones sin riesgo. Tampoco nadie las tiene para septiembre. Sin embargo, existen indicios derivados del descenso continuado de la curva de contagios para pensar que julio puede ser un mes con menos riesgos. Desde el punto de vista institucional no hay duda que julio ofrece la ventaja de poder disponer cuanto antes de un parlamento y un gobierno con plena capacidad legislativa y ejecutiva. Es un error plantear estas cuestiones como dilemas excluyentes. Los que ahora se oponen a celebrar las elecciones en julio, se opusieron también a autorizar las actividades no esenciales en base al dilema salud versus economía. A la vista de los datos de contagiados, sería saludable, democráticamente hablando, alguna autocrítica.
Los servicios jurídicos del Gobierno vasco proponen en su informe efectuar una convocatoria con dos fechas, en julio y septiembre, la segunda subsidiaria de la primera para el supuesto de que en el mes estival no pudieran celebrare los comicios con garantías sanitarias. Es una alternativa razonable, inteligente, incluyente. Ojalá todos reconsideren sus posiciones iniciales y las acerquen a este espacio de convergencia. Y si no es así, el lehendakari debería proceder a la convocatoria bajo los parámetros recogidos en tal informe: doble fecha, garantías sanitarias y medios suficientes para ejercer plenamente el derecho de voto.
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