Un rey en cuestión

El paso fue medido y significativo: por primera vez el Gobierno respondía a las noticias sobre los negocios turbios del rey emérito con algo más que el clásico «la Justicia es igual para todos». El paso lo dio el presidente, en Moncloa, en una comparecencia junto al primer ministro de Italia. Giuseppe Conte debió de pensar que los españoles son fantásticos: se ponen a organizar una 'rivoluzione' con la que está cayendo.

Se diría que el Estado no va a emplearse mucho más en intentar sostener lo insostenible. Con el país avanzando hacia el desastre económico, pesan el doble unas noticias cada vez más escandalosas sobre los manejos del rey emérito, que recibía y soltaba millones como un gato de la fortuna que moviese el brazo bajo la mesa. Presuntamente. O no. Imagino que tratar con alguien que se llama Dante Canónica debe de ser delito así sin más, de entrada.

Ser rey es desde luego extraño. Entre otras cosas, porque eres el único que sí tiene razones para tomarse la posteridad en serio. El modo en que Juan Carlos I está perdiendo esa partida es brutal e inaudito. No es frecuente presenciar cómo la Historia se reescribe en tiempo real. Uno lo entiende cuando ahora ve un documental o un reportaje sobre el pasado reciente del país y aparece de pronto el viejo rey recibiendo al mandatario o entregando el trofeo al campeón. De pronto, su aura se oscurece como si se llenase de saudíes, cuentas suizas y amigas entrañables.

Ayer, antes de zanjar lo del rey emérito agradeciendo la labor de los medios de comunicación que «no miran hacia otro lado» (en tu cara, Pablo) y respaldando el papel de Felipe VI, que está marcando distancias con su padre, Pedro Sánchez se reconoció «perturbado» por lo que ocurre. Yo imagino que Giuseppe Conte, viendo la ocasión, tardaría segundos en llamar a Roma: «Miradme rápido a ver cómo andamos de Saboyas, que todavía les coloco otro a esta gente, como en 1870, no veáis la que tienen liada».

La próxima Nochevieja, cuando se encadenen barbaridades, exabruptos y anatemas sobre el 2020 que se va, aún habrá quien, por amor a la verdad, tendrá que levantar la mano:«Hombre, tan mal año no ha sido». Quince de esas personas viven en Mayorga, Valladolid, y han ganado 144 millones en el Euromillón. Se trata de un grupo de amigos de diferentes edades que parecen coincidir en torno a un bar del pueblo y ni siquiera juegan a la lotería regularmente. Bueno, cuidado, tampoco es fácil volverte millonario. Recuerdo que el ciudadano chino residente en Parla que en 2014 ganó 137 millones en el Euromillón le dijo a un periodista que, tras comprobar el boleto y asegurarse de que el premio era suyo, pasó tres noches sin dormir. «Pues tampoco te ha merecido la pena», pensé yo, que aprecio sobremanera la tranquilidad espiritual y doy por hecho que 137 millones acarrean un montón de papeleo horrible.

Tras dejar claro que en TV3 se habla demasiado español para su gusto, Mariàngela Vilallonga, consejera de Cultura del Govern, dijo ayer en el Parlament que allí también se habla más castellano de la cuenta. Vilallonga sustituyó en el cargo a Laura Borràs y es fantástica. Me gusta pensar que Esperanza Aguirre tuvo una hermana y fueron separadas al nacer. Yo a Serrano y tú a Llagostera. «La lengua propia de Cataluña es el catalán, el aranés y el lenguaje de signos catalán», dijo ayer la consejera. Lo de los signos emanando de la tierra nadie lo vio venir.