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Cuba, sin los Castro

Cuba, sin los Castro

La elección como presidente de Díaz-Canel es un relevo más generacional que político, que debería propiciar reformas de calado en la isla

EL CORREO

Miércoles, 18 de abril 2018

Por primera vez en seis décadas, un Castro Ruz deja de estar al frente de Cuba. Ese hecho convierte en histórico el relevo en la Presidencia de la República que aprobará hoy la Asamblea Nacional del Poder Popular, surgida de un simulacro de elecciones ... que ni engañan ni aspiran a engañar ya a nadie con pretendidos ribetes de democracia. Raúl Castro, el superviviente de una dinastía que ha gobernado la isla con pulso firme y mano de hierro, cede el cargo tras diez años a su 'delfín' Miguel Díaz-Canel, a quien supervisará hasta 2021 desde la secretaría general del Partido Comunista. Se trata de un relevo más generacional que político. El hasta ahora primer vicepresidente es un fervoroso prohombre del régimen del que no cabe esperar un brusco giro de timón. Aunque quisiera impulsar los cambios que tanto necesita Cuba, está por ver si la permanencia de su mentor como guardián de la más estricta ortodoxia le permitirá hacerlo; al menos, a corto plazo. Pese a las dudas que suscita Díaz-Canel, su juventud respecto a los usos más recientes del régimen -cumplirá 57 años mañana-, su temperamento y la capacidad de saber esperar que ya ha exhibido alimentan en algunos sectores del país la confianza de que lidere antes o después lo que, de uno u otro modo, parece inevitable: una apertura democrática. La mejora de la ínfima calidad de vida de los cubanos deberá ser una de sus prioridades. Ese objetivo exige profundizar las tímidas reformas económicas iniciadas por Raúl Castro para evitar que la miseria en la que viven cientos de miles de ciudadanos derive en un estallido social y quién sabe si político. Cuba fue en su día ajena al hundimiento de los regímenes comunistas del Este de Europa. Desde entonces, en una creciente soledad, se ha mantenido como ha podido y ha aprovechado con cierto éxito la acertada decisión de Barack Obama de terminar con el aislamiento diplomático norteamericano, basada en la esperanza de que el gesto contribuiría a una mejora de las libertades en la isla. Ese momento no llega con el mero relevo de Raúl Castro. De nuevo habrá que esperar. Pero el régimen está al corriente de la extendida y entendible esperanza social de un cambio pro-democrático ejecutado en paz. Y no parece imposible que el hombre llamado a prepararlo sea el sobrio y disciplinado Díaz-Canel.

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