![Crisis climática, recesión y control social](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202005/16/media/cortadas/reboredo16-kcxH-U110187458524Q0E-1248x770@El%20Correo.jpg)
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La crisis climática (convertida ahora también en biológica), los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así como los atropellos que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de la explotación del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el imparable comercio ... ilegal de vida silvestre, pueden aumentar el contacto y la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos, las denominadas enfermedades zoonóticas. Y esto es así porque las relaciones entre la salud ambiental, animal y humana son muy estrechas, tal y como manifiesta el devastador brote del llamado Covid-19 y el riesgo enorme que representa para la salud y la economía mundial, pero también para la diversidad biológica.
Como su deterioro en todo el planeta es evidente, así como la velocidad de crucero del mismo, cientos de miles de animales y vegetales están a punto de desaparecer. Esta hecatombe generará un efecto boomerang que se manifestará en nuestro mundo en forma de olas de calor prolongadas y otras consecuencias que llegarán sin avisar, como la actual pandemia del Covid-19, y con unos efectos aterradores. Cuando la extinción de la selva tropical amazónica y el derretimiento de la capa de hielo del Ártico sean una realidad, y en ello estamos, lo sufriremos a gran escala.
La pandemia del Covid-19 es un fenómeno mundial de proporciones masivas que ha infectado a cientos de miles de personas en todo el planeta, matando a miles de ellas, y que ha abocado a la economía global a un punto muerto virtual cuyo resultado será la desaparición de millones de empresas (grandes, medianas y pequeñas) y el desempleo de millones de trabajadores. Este cataclismo producirá también miseria generalizada y pondrá en peligro la supervivencia de numerosos gobiernos.
Antes de la aparición de la pandemia, la economía mundial estaba entrando en un proceso de recesión al debilitarse el comercio internacional y al disminuir las esperanzas de crecimiento para casi todos los países. En estos momentos, con la rápida expansión del coronavirus, han confluido en la economía una serie de factores negativos y preocupantes como el pánico en los mercados financieros, la fuga de capitales, la caída de los precios del petróleo, la devaluación de las monedas frente al dólar, la quiebra de empresas y la desaparición masiva de puestos de empleo que amenazan al sistema con una recesión global.
La OMS ha señalado que las consecuencias de la pandemia serán desastrosas por sus efectos sobre los principales motores económicos del planeta, el comercio y el turismo, algo para lo que nadie se ha preparado. La crisis generada por el virus en un sistema ya debilitado golpea tanto a la salud pública como a todo el sector productivo, impidiéndole cualquier crecimiento y elevando las pérdidas globales a billones de dólares.
La crisis biológico-climática y la recesión, señaladas anteriormente, vienen acompañadas de un factor perturbador y preocupante, el que la infección se utilice como experimento de control social en un futuro incierto, aprovechando, además de la disposición y el miedo de la población, las nuevas tecnologías, el big data, los algoritmos, las redes sociales, el 5G y la explotación digital de los datos que emanan de todos ellos, gran parte de los cuales cedemos tan absurda como inconscientemente.
La emergencia sanitaria se puede convertir en una coartada ideológico-política para recortar libertades y derechos fundamentales. Lo aceptamos, en determinadas circunstancias, por las necesidades sanitarias para combatir la pandemia, pero su aplicación no es neutral y está plagada de peligros. Recordemos que la tecnología es siempre ambivalente; que, por primera vez, permite a los Estados vigilar a todos los ciudadanos y que existe la posibilidad no deseada de que algunas de las medidas adoptadas se conviertan en permanentes una vez pasada la crisis.
Celebrando la efeméride del 75 aniversario de la finalización de la Segunda Guerra Mundial y transcurrido el mes en el que se cumplieron 75 años del fusilamiento de Benito Mussolini y del suicidio de Adolf Hitler, paradigmas del fascismo y del totalitarismo, junto con la URSS y la China de Mao, debemos reflexionar sobre una variante actual del mismo, la de los algoritmos que automatizan mecanismos de rastreo de unos ciudadanos que nos hemos habituado a ser escudriñados, engañados y manipulados.
La crisis sanitaria generada por el Covid-19 ha provocado una crisis económica, política y social de consecuencias aún inestimables pero aterradoras. Su vinculación con la acción humana y la destrucción de la biodiversidad son una realidad que debiéramos aprovechar para ralentizar y evitar, si ello es posible, la destrucción del planeta.
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