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Sabíamos que Novak Djokovic tiene un don para el tenis, gracia para las imitaciones y dificultades de comprensión para los procesos víricos. Antivacunas confeso, organizó en junio de 2020 un torneo benéfico para demostrar que lo del covid era un invento y no solo consiguió ... pillar él mismo la enfermedad, sino también que la pillase su mujer y media ATP: jugadores, preparadores, esposas embarazadas… Djokovic también es cursi y dijo que actuó con «un corazón puro». Claro, y sin mascarilla en la discoteca, tras los partidos, con los cubatas.
Ahora el tenista está retenido en un hotel de Melbourne a la espera de que lo expulsen del país y hemos descubierto que, como pasa muchas veces con los deportistas, el verdaderamente idiota es el padre. El de Djokovic dijo ayer en unas horas memorables que su hijo era Espartaco primero y Jesucristo después. Luego era directamente Serbia. Se me olvidaba: antes fue «el líder del mundo libre». Todo eso por intentar entrar en Australia sin vacunar y con una increíble exención médica para jugar el Open. Sucede que Australia le exige a todo viajero la doble pauta de vacunación. «Está luchando por la igualdad de todas las personas más allá del color, la religión o su dinero», aseguró ayer sin embargo el padre de Djokovic, que también convocó una manifestación en Belgrado, acusando a «esos bastardos» de intentar pisotear a Serbia.
«Nos bombardearon, nos destruyeron, pero no nos rendiremos», añadió Papá Djokovic, quizá Papito, ya que la teoría de la conspiración no da puntada sin hilo y ahí está Miguel Bosé. ¿Lo notan? Crece ante nuestros ojos un monstruo que mezcla el delirio, la perversidad y cierta pulsión suicida que solo se explica tras un largo periodo histórico de aburrido bienestar. Pero sería un error confundir su ruidosa estupidez con su alcance real. En Australia el 80% de la población está vacunada y los privilegios a los millonarios suelen sentar mal. Manejo, además, un ranking oficioso de ferocidad en el que los serbios ocupan un puesto reseñable pero en el que se establece que nada sobre la tierra puede hacer frente a un australiano cabreado. Los Djokovic deberían calmarse, sobre todo el padre. En lugar de botellas, en las peleas de bar de Queensland se lanzan cocodrilos.
RADAR
¿Lo del Radar Covid lo explicará alguien? Costó 3,8 millones y ha resultado inservible. Su uso es ya insignificante, pero ni en su mejor momento consiguió gran cosa. Se presentó sin embargo como «un hito», siguiendo la costumbre de echar el ditirambo por delante y de obviar después toda responsabilidad. No salimos más fuertes, salimos como podemos. ¿Qué tal irá la evaluación independiente aquella que pidieron los científicos en 'The Lancet'? Hay un momento en la vida en el que uno se acuerda de lo que le decían sus padres y descubre que llevaban razón. Hay otro momento más raro en el que uno recuerda lo que le decía Ignacio Garitano, el breve Fernando Simón vasco de los tiempos en los que existía Fernando Simón propiamente dicho. En septiembre de 2020 le preguntaron a Garitano por el Radar Covid como herramienta y el experto contestó a regañadientes, casi por lo bajini: «Herramientas son las que funcionan».
PERROS
Un experimento demuestra que los perros diferencian los idiomas. La prueba consistió en hacerles escuchar a unos perros fragmentos de 'El Principito' en español y en húngaro. Cada animal solo estaba habituado a uno de los dos idiomas y su actividad cerebral demostró la identificación de esa lengua. Quiero ayudar a los científicos. El experimento también demuestra en mi opinión que los perros no diferencian lo que se les lee. Lo digo porque ante 'El Principito' a un mamífero carnívoro en su sano juicio solo le queda una opción: atacar.
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