Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El presidente más poliédrico desde la restauración de nuestra democracia parece decidido a que no tengamos tiempo de aburrirnos. Reparen si no en lo sucedido ayer mismo. La agenda política de la jornada parecía que iba a centrarse -al margen del debut de Puigdemont y ... Toni Comín en el Europarlamento- en la toma de posesión de los 22 vicepresidentes y vicepresidentas, y ministros y ministras del primer Gobierno de coalición desde la Segunda República. Creíamos. Pero Pedro Sánchez nos tenía preparada otra de sus sorpresas: el nombramiento de la exministra de Justicia Dolores Delgado como nueva fiscal general del Estado.
Como mínimo me parece escasamente presentable que una ministra entregue la cartera de su departamento a su sucesor y en veinticuatro horas vaya a pasar a ocupar la Fiscalía General. No dudo de la capacidad ni de la preparación, bien al contrario, de la señora Delgado, con una amplia experiencia previa a su etapa gubernamental en la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Aunque esté fuera de discusión su falta absoluta de discreción al hablar de tendencias y gustos sexuales, aunque sea en un foro estrictamente privado.
Por otra parte no es que el presidente haya innovado. Felipe González también nombró en su día al riojano-navarro Javier Moscoso del Prado para el mismo cargo justo después de haber sido ministro. Aun así, aunque hayamos asistido por aquí a trasvases de cargos tan poco presentables como el del peneuvista José Luis Bilbao, que pasó de diputado general de Bizkaia a presidir el órgano que debe fiscalizar a las instituciones de la comunidad autónoma, el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas; aunque anteriores fiscales, propuestos por el PP y por el PSOE, tuvieran el claro sello político de la formación que los promocionó al cargo. Pese a todo eso, lo de ayer -como lo de Moscoso en su día- resulta impresentable.
Vale que el nuevo Gobierno progresista quiera tener todo atado y bien atado para tratar de reconducir el conflicto catalán. Pero éste no es el mejor camino para hacerlo sin seguir minando la credibilidad de nuestras instituciones. Como el PP vuelve a equivocarse al llevar este asunto a los tribunales en lugar de circunscribir la comprensible crítica al terreno de la política. Ya madurará Casado.
El silencio sepulcral de Podemos -como hace unos días cuando se enteró por la Prensa de que el Ejecutivo iba a tener una cuarta vicepresidencia- invita a pensar que los socios no están por transitar de crisis en crisis, como sí le sucedió aquí en Euskadi al primer Gabinete PNV-PSE hace tres décadas. Y es que los podemitas defendían hasta hace nada que fuera el Parlamento quien propusiera una terna de aspirantes a la Fiscalía General y el Gobierno eligiera luego a uno de ellos.
Sospecho que tenemos Ejecutivo para rato. Sobre todo si PSOE y UP consiguen que el Parlamento les apruebe los Presupuestos. La otra condición para que un Gobierno de cohabitación dure es que ambos socios tengan su dosis de protagonismo ya que, a fin de cuentas, son adversarios electorales. Me extrañaría que Sánchez no fuera consciente de ello, siempre que Iglesias no se salga del tiesto.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.