Cortejo abertzale

Los partidos vascos parecen dar por consolidadas sus posiciones para afrontar las próximas citas electorales con una incógnita: el PNV aún no descarta del todo un improbable apoyo de la izquierda abertzale a los Presupuestos de 2019

Domingo, 30 de septiembre 2018, 00:47

Los partidos vascos ya han elegido colocación estratégica para afrontar las próximas citas con las urnas. Las que ya tienen fecha fija, como las elecciones locales –autonómicas también en Navarra– del 28 de mayo del próximo año. Y unos eventuales comicios generales anticipados si el ... presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, decidiera que ha llegado la hora de convocarlas. Bien porque estima que seguir soportando chaparrón tras chaparrón, torpeza tras torpeza, incumplimiento tras incumplimiento, y exigencia tras exigencia del independetismo catalán le desgasta más que llamar a los ciudadanos a votar. O porque el CIS, cuya cocina está ahora en manos del veterano 'guerrista' José Félix Tezanos, vaticina unos buenos resultados al PSOE, no sólo en público como ha ocurrido esta semana, sino sobre todo en privado.

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Eso quiere decir que el PNV de Andoni Ortuzar va a jugarse su inmenso poder institucional –incluidas las tres diputaciones, los ayuntamientos de las tres capitales y, por vez primera en la historia, el Gobierno de Navarra– atado al pacto soberanista en materia de autogobierno alcanzado con la izquierda abertzale de Arnaldo Otegi en el Parlamento de Vitoria, ya se verá luego hasta cuándo. Solidario como el que más con los independentistas catalanes, en cuya vía no cree, como volverá a visualizarse hoy en el tradicional Alderdi Eguna (Día del Partido). Y confiando en la gestión, las actitudes y hasta en los desmarques del lehendakari, Iñigo Urkullu, para que tanta alegría soberanista, tan gozosamente vendida desde la tribuna parlamentaria por Joseba Egibar, no le cuesten muchos votos procedentes del sector más moderado de la ciudadanía vasca.

Y también fiel a su alianza con los socialistas en Madrid. Y eso que la vicepresidenta Carmen Calvo, la misma que pretende achacar a la Prensa los graves problemas que aquejan al Gabinete, ha vuelto a dejar claro en una entrevista concedida a 'La Vanguardia' que es mejor que el PNV aguarde sentado porque por mucho que espere de pie no va a llegar a Euskadi el traspaso de la gestión del régimen económico de la Seguridad Social.

La razón parece obvia. Tanto en Sabin Etxea como en Ajuria Enea tienen meridianamente claro que si existe una posibilidad, por mínima que sea, de incrementar el autogobierno vasco pasa por que Pedro Sánchez siga en La Moncloa, dados los discursos abiertamente recentralizadores y crecientemenet conservadores no sólo de Ciudadanos sino también del PP.

De 'sapos' y negativas

Tampoco transmiten dudas posicionales ni ElkarrekinPodemos, ni el PP. Menos todavía el PSE de Idoia Mendia, que sigue cómodo pero desdibujado en sus coaliciones de gobierno con el PNV. Alianzas que le garantizan poder y cargos con sueldo, pero a cambio de tener que tragar ciertos 'sapos', como le ha ocurrido esta semana en la Cámara de Vitoria en que tuvo que oponerse a la reprobación parlamentaria al PNV por el 'caso De Miguel'. Aunque el debate estatutario le ha servido para recuperar perfil y protagonismo.

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La formación de Lander Martínez intenta reforzar su discurso social de izquierdas y mantener la equidistancia con los restantes grupos, en especial con EH Bildu y los socialistas. Al PP de Alfonso Alonso apenas le queda margen de juego, obligado a demostrar día tras día el enfado conservador con los peneuvistas por dar el último empujón a la caída política de Mariano Rajoy y a seguir el giro a la derecha que están impulsando Pablo Casado y su equipo, incluido el vitoriano Javier Maroto, por más que en algunos momentos chirríe por estos lares norteños.

¿Y la izquierda abertzale? Desaparecida ETA y con avances perceptibles en cuanto a los presos de la banda, que continuarán, EH Bildu está exhibiendo un perfil cada vez menos antisistema y crecientemente institucional.

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La entente soberanista alcanzada con el PNV en el Parlamento de Vitoria es cierto que le resta capacidad de crítica a los peneuvistas desde una óptica abertzale y que le dificulta, por tanto, morder votos entre el electorado jeltzale más radical, mayoritario en Gipuzkoa. Pero, a la vez, le coloca en vanguardia de las reclamaciones vascas de más autogobierno y le permite exigir de forma permanente al PNV que no se arrugue ante Madrid ni ante los sectores más pragmáticos de la sociedad vasca y del propio partido.

En el reciente debate de política general celebrado hace diez días en la Cámara vasca, en el que se vio a un PNV a dos voces (la moderada de Urkullu y la radical de Egibar) fue curioso constatar dos hechos. La relativa moderación discursiva de los herederos de Batasuna con los de Sabin Etxea. Y cómo el presidente del Gipuzko buru batzar y portavoz parlamentario peneuvista cortejaba a los de Maddalen Iriarte y les invitaba a dar otro paso en su evolución política y avalar los Presupuestos de Urkullu para 2019, de lo contrario condenados de antemano al fracaso. Una invitación que reiteraba pocos días después el hombre del PNV en Madrid, Aitor Esteban, esbozando una maliciosa sonrisa.

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Casi todo apunta a que difícilmente llegará un 'sí' de la izquierda abertzale a las Cuentas del Gobierno de coalición PNV-PSE. ¿Lo sopesará? Sin duda. Y la conclusión a la que lleguen Otegi y los suyos sobre las consecuencias electorales de dar un paso así será, sin duda, determinante.

ELA, el sindicato que lidera Adolfo 'Txiki' Muñoz, convertido desde hace años en el gran contrapoder del PNV, aguarda la decisión especialmente expectante.

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