Fuera de contrato
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Furgón de cola ·
Melania Trump deja de ser primera dama de Estados Unidos vestida de arcoírisMelania Trump salió por última vez de la Casa Blanca tan vestida de negro que parecía haber elegido la ropa pensando en que todavía llegaba el magnicidio a última hora como pensamos usted y yo que después igual refresca. Tres horas después, el Air Force ... One aterrizaba en Florida y la exprimera dama bajaba del avión con otra ropa: un vestido tan colorido y sesentero que casi la esperan los Stones a pie de pista, con las panderetas, el melotrón y las sustancias, cantándole 'She's a rainbow', ya saben: «Viene llena de colores por todas partes, ella es como un arcoíris».
Si el cambio de indumentaria fue llamativo, lo que hizo Melania ya en tierra firme fue espectacular. Su marido se paró a cumplir con el teatrillo presidencial de saludar y decir hola, Dios os bendiga, mientras se señala enérgicamente a unos conocidos que no existen, y ella pasó de largo y se fue directa al coche, como dejando claro que todo lo que fuese presidencial le pillaba ya fuera de contrato.
La escena ha despertado una inesperada simpatía hacia Melania Trump. El fenómeno va más allá de sus fans tradicionales, que ya la encontraban divina cuando su esposo organizaba lo de separar familias en la frontera de México. Pero ha bastado un vestido hippie de Gucci para que mucha gente se sume a su causa. Bueno, falta le hacía. Una de esas encuestas Gallup de popularidad asegura que Melania es la primera dama peor valorada desde que se miran estas cosas, o sea, desde Pat Nixon. Y la mujer de Nixon aprobó con una aceptación del 54%. Melania suspende con un 47%. Michelle Obama tuvo un 69%. Y Barbara Bush llegó al 85% en 1993.
El repentino apoyo a Melania Trump implica además un deseo colectivo curioso: que se divorcie de su marido, ese hombre con el que lleva quince años sin reparar al parecer en su particular modo de ser. La noticia es por supuesto que el traspaso de poder en la mayor democracia del mundo ha devuelto las cosas a su sitio, que no será un sitio ideal pero es uno al menos comprensible. Joe Biden está en el Despacho Oval dedicándose a firmar decretos, ocuparse de la pandemia, no tuitear y no insultar a nadie. Y los Trump, ya lo ven, vuelven a su casa, que no está en Florida, sino en la dimensión estridente y vana del 'reality' televisivo.
VACUNAS
Se diría que hay quien no termina de entender cómo va lo de las vacunas. Son una protección personal, claro, pero la clave es que son una protección colectiva. Por eso asombra que Ximo Puig apueste por la razón demagógica y anuncie que no habrá segunda dosis para los alcaldes y concejales que se han vacunado de forma irregular. No, hombre: métales un puro o prohíbales comer paella de por vida, pero complete la vacunación. Por el bien común. Del mismo modo, deben aclararse todas las vacunaciones paralelas y ajustar cuentas con quienes hayan actuado con secreto, trampa o irresponsabilidad, pero cada dosis aplicada cuenta. Y, por más que atizar a los muñecos adecuados sea relajante, el escándalo es en realidad que ayer el consejero andaluz de Salud reconociese que desperdician un 20% de las dosis porque no disponen de las jeringuillas adecuadas. «Un culillo», explicó. El 20%. En medio de una epidemia disparada.
CATALUÑA
Los jueces confirman que las elecciones catalanas serán, por ahora, en febrero. Y los partidos confirman que están con la maquinaria electoral. Lo curioso es que ninguno se queja por ese lado, el de la intendencia. Sucede que los partidos tienen la maquinaria electoral siempre en marcha. Eso es como un reactor nuclear. No se toca. De ese modo, la campaña es constante y las elecciones podrían convocarse en realidad en cualquier instante. De repente. Ya. La señal podría ser parar la propaganda. Como se para la música en el juego de las sillas.
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