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Es curioso. A los actores no les gusta nada que los encasillen en su profesión. Sin embargo, a la hora de interpretar un rol de cara a la sociedad, casi todos (aquí y en Hollywood) se pelean por el mismo personaje, el del ciudadano comprometido ... con los más desfavorecidos, feminista a rabiar y altamente concienciado con el medio ambiente. Es un papel que dominan con maestría, y de ahí no hay quien los mueva un milímetro. Da igual que luego en su vida privada se comporten como excéntricos magnates y se casen, por ejemplo, en las Bahamas (ahí sí, a puerta cerrada), porque luego, en cuanto huelen que una causa está de moda, adoptan el rol de activista desharrapado, de hijo del pueblo, incluso de líder rebelde dispuesto a guiar a las masas, como si quisieran interpretar en la vida real ese papel épico, redentor y definitivo con el que todos sueñan en la ficción. Y hay que reconocer que lo bordan. Otra cosa es la credibilidad que debamos concederles...

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