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La palabra 'whisky' creo que pierde su británica elegancia con la grafía españolizada güisqui que aprobó la RAE. Güisqui lo asocio con la segoviana marca Dyc, cuyas siglas se traducían como dragados y construcciones. Así pues, 'whisky'. Me invitaron el otro día a una cata ... de añejos pura malta de la prestigiosa marca The Glenrothes. Hacía mucho que no bebía 'whisky', y además de esa calidad. Uno de los 'whiskies' de la cata tenía un porcentaje alcohólico de 65 grados, más una curiosidad que otra cosa. Un trago de tanta potencia etílica transportó mi mente, como en un túnel del tiempo, al recorrido por Escocia que hice en los noventa.
Desde la estupenda ciudad de Edimburgo (donde saben cómo hacer el monumento de un escritor: la estatua de Walter Scott está dentro de una imponente torre gótica) fuimos en coche alquilado, con volante a la derecha, por buena parte de Escocia durante 15 días. Primero enfilamos hacia el norte por la costa este. A veces eran carreteritas por las que esperabas encontrarte a William Wallace, a Rob Roy o al hombre lobo entre la niebla que bajaba amenazadora de las colinas. Conducía mi mujer y lo hizo muy bien; solo estuvimos a punto de matarnos una vez, al salir de una gasolinera por el carril contrario.
Como apenas me gusta la cerveza, opté por el 'whisky'. En casi todos los 'pubs' tenían Glenmorangie de 10 años, el que prefiero. Pero claro, había que pedir al menos dos dobles para libar una mínima dosis aceptable en cada barra, con el consiguiente dispendio por los contundentes precios. Y arribamos a muchos pueblos y ciudades, así que hubo numerosos 'pubs'. Mi mujer se mosqueó porque desequilibré el presupuesto del viaje y tengo un recuerdo brumoso, que no se debió a la niebla, de algunos castillos y lagos.
Visitamos la destilería de Glenffidich en Dufftown, donde los dueños, de aire aristocrático rural, reciben a los turistas en la entrada. Después de Inverness seguir más al norte, despoblado y por desiertos páramos, habría sido de cuento de Jack London, así que atravesamos la franja más estrecha de Escocia para pasar a la costa oeste a la altura de Ullapool y bajar desde allí hacia el sur. Cerca está Oban, hermoso pueblo pesquero que es la cuna y da nombre a ese excelente 'whisky'. En el hotelito de la isla de Skye (Hébridas), el barman preparaba unos generosos 'manhattan' que me confortaron de los cinco grados que hacía en agosto. Fui al 'Loch' Lomond como homenaje a la marca habitual del capitán Haddock y, ya en el aeropuerto de Edimburgo, tuve que pagar suplemento de peso por las botellas de Oban con que atiborré mi maleta.
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