Vuelve el miedo con otra letra del alfabeto griego. Cualquier día llegamos a omega, pero tampoco tiene mérito porque no van una por una, que para llegar a ómicron se han saltado varias. Con lo bonitas que son mi, ni y xi (al fin y ... al cabo, esto es algo chino). La descubridora de ómicron ha sido la doctora Coetzee. Ahora pienso que todos los sudafricanos, escritores o no, se apellidan Coetzee. Vuelven las restricciones en los aeropuertos (restricción y aeropuerto casi son sinónimos). Y en los vuelos. Empezaron Marruecos e Israel. Y ahora, aunque vayas de un sitio como España a otro occidental, tienes la incertidumbre de si podrás volver. O ir. Siempre me sorprendió lo mucho que le gustaba viajar a Marguerite Yourcenar. Incluso siendo mayor. Pero ya me habría gustado verla ahora volando con todas esas incomodidades. Yo ya estoy en modo Pío Baroja: «Llegado a cierta edad, uno no debe ir a ninguna parte de la que no pueda volver andando».

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