Esta semana, en las redes sociales, se ha debatido sobre si las personas con hijos deberían tener prioridad a la hora de elegir sus vacaciones respecto a las que no los tienen, y una columna publicada en prensa recientemente ha hecho que me estalle la ... cabeza. El texto defiende que los padres y madres tengan preferencia porque garantizan un legado, a saber, y mantiene que quienes no hemos procreado invertimos nuestro tiempo libre en viajar e ir de cañas (¿?). Obviando su argumentario, si se habla de la importancia de los cuidados y se defiende que quienes cuiden tengan prevalencia a la hora de elegir las vacaciones -algo que yo no comparto- el discurso no puede centrarse, al final, solo en los hijos. De hecho, lo que de verdad me cabrea de todo este asunto es, precisamente, que por enésima vez el cuidado de las personas mayores quede subordinado al cuidado de los hijos. Creo que hay quienes no comprenden que el mundo no empieza y termina en sus ombligos.
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