Durante el desarrollismo, y hasta la actualidad, las clases bajas y medias soñaban con tener un apartamento en la costa, a pie de playa. El puerto de Sotogrande, cuya construcción se inició en la década de los sesenta, representaba el lujo y la exclusividad, con ... sus embarcaderos privados y sus chalés junto al mar. Hasta allí llegaron ricos de todo el mundo.
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Hoy en día, las zonas más exclusivas de Sotogrande y de la Costa del Sol se localizan en las montañas, lejos del litoral hiperurbanizado. En las colinas del interior se ofrece privacidad y discreción, explica la página web de una selecta inmobiliaria. «Es posible que nunca sepas quiénes son tus vecinos», añade. No deja de resultarme curioso que a algunos riquísimos tanto dinero solo les sirva para terminar viviendo aislados, ya sea en Sotogrande o en algún desierto de los Emiratos Árabes. Parece que las vistas al mar y a los derechos humanos pasaron de moda.
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