El otro día, al leer un reportaje sobre cómo cambia la relación entre madres e hijas con el nacimiento de un bebé, pensé en lo poco que se escribe, en cambio, sobre los cuidados de los hijos a sus progenitores, sobre el hecho de convertirnos ... en madres o padres de nuestros padres o madres. Hay, actualmente, una hiperinflación de artículos sobre la maternidad que contrasta con lo poco que parecen importar las personas mayores. Mientras que cuidar de los hijos es un reto maravilloso, cuidar de los padres es una carga. A menudo, los ancianos se ven arrinconados. A muchos, con la excusa de que se lo van a pasar mal, ni siquiera los invitan a eventos familiares.

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Quienes aún ocupamos el centro de la pista deberíamos saber que la maternidad no la hemos inventado nosotros, así como tampoco inventaremos la vejez, que llegará. Tal vez entonces comprendamos lo duro que resulta sentirse solo y desatendido.

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