Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
No comprendo a los especuladores, malversadores, 'malayos' de turno, o morenos con siete pianos. Nunca he entendido a esas personas que deben millones a Hacienda, a sus amigos, al bar de la esquina y hasta al moro Muza. Necesitarían siete vidas para gastar las fortunas ... que amontonan y no son dignos de ir por la vida con la barbilla alta porque considero que nos roban a todos. Tampoco creo conveniente que andemos contando los céntimos para pagar la luz, o aceptando retribuciones miserables en una empresa donde el consejo de administración, por echar una firma, es retribuido como si no hubiera un mañana. Ni tanto, ni tan poco. Pero ya sabemos que el equilibrio es un bien constantemente amenazado.
Todavía no está muy claro el lío en que presuntamente está metido el padre del muñeco Rockefeller, un cuervo altivo que a golpe de pelvis y voz aguardentosa repetía «Toma Moreno. Toma Moreno». Los telediarios han recitado esas palabras mágicas que indican que el revuelo está servido; Audiencia Nacional, 60 detenidos, inversiones dudosas, lavado de dinero, droga… Los comentaristas del corazón dibujan, escogiendo con cuidado las palabras para definir algo espeso y turbio. Su detención ha sacado a la luz una cascada de testimonios de actores, bailarines, peluqueros y modistas a los que el productor presuntamente (que no se me olvide) no ha abonado por su trabajo y lo que es peor, el trabajo de muchos actores estaba presuntamente condicionado a los caprichos del famoso ventrílocuo.
Resuenan por los pasillos de las televisiones historias similares a lo vivido en Estados Unidos con el productor Harvey Weinstein, y un periodista demanda valentía para convocar testimonios. Ya tenemos hueso para la temporada estival y por fin nos quitaremos de encima a la del traje fucsia y suspiro contenido. Yo creo que la puerta del sótano de este hombre se abrió el día que mostró orgulloso su mansión de 5.000 metros, con piscinas varias, zona bunkerizada, despachos de seguridad, gimnasios y siete pianos, todo menos estos últimos de un dudoso gusto. Delirios de grandeza, falso currículum, impunidad, miedo, asaltos, musicales y series… En el novelón no cabe ni un ingrediente más.
A mí la verdad es que siempre me han encantado los ventrílocuos. No quisiera que se me desmontara la perversa fantasía de utilizar un muñeco para poner verde a alguien, eximiéndote de la culpa e incluso permitiéndote la licencia de reprobar su actuación. Se habla poco de la venganza, salvo que se sirve fría, pero este verano va a haber cola de actores y gentes del mundo del espectáculo en el confesionario de los programas del corazón.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.