Hay una urgencia y un miedo. Reales o no. Prefabricados o no. La urgencia de echar a Sánchez para unos. El miedo de que llegue Vox para otros. En medio (un poco en miedo también), el PP con la intención de hacer lo primero y ... el reto de diferenciarse del segundo, de que no le salpiquen los latidos. De que no le metan en el mismo saco, de que no crean que es el mismo tío del saco. Y a veces parece que la famosa gestión del PP también consiste en gestionar cómo separar la clara de la yema, las piedras de las lentejas (aunque eso ya no se hace). El qué dirán. Y que no se les vea con los de Vox. Pese al escaparate de Castilla y León. La manifestación del sábado, una de tantas, puede tomarse como un latido que no quieres escuchar. Según Sánchez, los que se manifiestan quieren un país uniforme y excluyente. Él quiere que quepa todo, no todos. Los suyos. Pero todos quieren a los suyos. A ver quién gana, si los de la urgencia o los del miedo.
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