Y cosechar tempestades». Leíamos esta semana el titular sobre el acuciante descenso de la natalidad. Pero no por haber sido noticia es noticia. Sorprendería que sorprendiese. Nos lo hemos buscado. Tenemos un sistema que fomenta mucho la investigación o la creación de empleo (y es ... bueno), pero no tanto el conformar personas. Ojo, ni digo que sean descendientes, ni que sean más de uno o dos, o los que sean. Digo sostener económicamente a personas que no pueden hacerlo por sí mismas. Al fin y al cabo, eso es crear (futuro) empleo. Eso es dar futuro a los próximos investigadores del mundo.

Publicidad

La baja natalidad supondrá un menor número de futuros contribuyentes activos a las pensiones. Estamos en un sistema de pensiones por el que nosotros contribuimos con una parte de nuestros salarios a las de nuestros padres y nuestros hijos, a su vez, contribuirán a las nuestras. Pero la verdad es que también contribuimos al sistema de otra forma: con el mantenimiento de futuros cotizantes. Es esa segunda parte la que cojea. Y existirán las razones que sean, pero está claro que una de ellas es que no hay muchas ayudas para quienes pagan la manutención y formación de los futuros protagonistas.

Ejemplo: ¿por qué tributamos sobre los rendimientos brutos de nuestro trabajo en lugar de sobre nuestra capacidad económica? Si tienes que mantener a los propios que, en un futuro, mantendrán a extraños, al menos que lo que nos gastamos en ello sea deducible. Por dar ideas.

No lo sé. Sé que puede haber mil opiniones respetables al respecto. Pero sé también que hemos sembrado vientos. Y que se aproxima el invierno cargado de tempestades.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad